tag:blogger.com,1999:blog-6685550754772300992024-03-13T13:04:41.008-07:00Los cuadernos de la AbuelaUnknownnoreply@blogger.comBlogger17125tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-83349050448973026532011-06-02T11:19:00.001-07:002011-06-02T12:46:39.339-07:00Apuntes 17<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/-dVKjEzZaR1A/TefmYfabIgI/AAAAAAAABcI/lVIX6QJnKWM/s1600/img.jpeg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 250px; height: 250px;" src="http://2.bp.blogspot.com/-dVKjEzZaR1A/TefmYfabIgI/AAAAAAAABcI/lVIX6QJnKWM/s320/img.jpeg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5613708768964190722" /></a><br /><br />Al fin seré abuela, nacerá mi nieta en pocos días…<br />Todo lo que soñé vivir junto a ella, tal vez podrá hacerse realidad, quien sabe, en este nuevo siglo, parece no haber lugar para las abuelas y los huertos…<br />Demasiado tiempo, ejerciendo una profesión que me alejó de mis recuerdos, de las ilusiones y de las viejas maneras.<br />Hoy redescubro, en plena “revolución tecnológica y del saber”, que mejores los “saberes” de antes y sus valores “fuera de moda”, están aquí mismo, en la tierra, en el aire, en ese espacio remoto que nunca estuvo vacío, sino siempre ocupado, por aquellos, los que fueron, amaron, juzgaron, hicieron...".<br />¿Y cómo deshacerse de todo eso, sin perder de vista el objetivo de vida?<br /><br />Moví hace apenas unos instantes, el baúl de su sitio, lo noté muy pesado, imaginé algo sobre aquel dicho de que la vida es como una mochila que se lleva a todas partes… imaginé aquella bolsa misteriosa de las películas de Luis Buñuel, que algún personaje extraño carga siempre sobre sus hombros.<br />Entonces, cada año de mi vida cayó sobre mí, como un mazazo, y fueron muchos…<br />Todavía no inicia el invierno, hace un año que comencé a relatarles mis recuerdos, y hay muchas razones para seguir haciéndolo.<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/-bv8VF4SURW8/Tefdy06x--I/AAAAAAAABbw/pQwoJ8FLuMY/s1600/P1140683.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="http://2.bp.blogspot.com/-bv8VF4SURW8/Tefdy06x--I/AAAAAAAABbw/pQwoJ8FLuMY/s320/P1140683.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5613699325808999394" /></a><br />Algún día debería vaciarlo, quitar lo que hay dentro del baúl, para poder apreciar todo lo que contiene, pero no lo hago, porque temo descubrir que el baúl deje entonces de ser ese espacio remoto que nunca estuvo vacío, sino ocupado por mis recuerdos.<br />Vuelvo a abrirlo, y el aroma es aún más intenso. Recuerdo entonces a la abuela en su cocina, siempre activa.<br />Aquella mañana en especial, estaba muy seria. La observo, a través de un pañuelo arrugado, hecho un bollito en un rincón oscuro, aplastado contra la tapa de un cuento infantil.<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/-LvYMV6IaVUE/TefdTnSWmwI/AAAAAAAABbo/Tic1Z9p4DUU/s1600/Puerta.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 244px; height: 320px;" src="http://2.bp.blogspot.com/-LvYMV6IaVUE/TefdTnSWmwI/AAAAAAAABbo/Tic1Z9p4DUU/s320/Puerta.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5613698789573827330" /></a><br />Recordé la historia, era sobre una niña española que quería tocar las castañuelas.<br />Una vez les pedí a mis padres que me compraran castañuelas. Era muy pequeña, así que creo que no tomaron muy en serio mi deseo (ahora que lo pienso, debí agregarlo a la nota para los reyes magos ese año…)<br />Recuerdo que fue un otoño muy destemplado, estaba en casa de los abuelos y enfermé de paperas, así que pasé una larga temporada disfrutando de los cuidados amorosos de la abuela. Veía a mis padres diariamente, pero al llegar la tarde, indefectiblemente, yo elegía quedarme. Como tenía que hacer un poco de reposo, casi no caminaba, apenas unos metros hasta la galería “secadero”,<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/-0e4Vh-ds9lc/TeflEZxyppI/AAAAAAAABcA/LlIRiKW8Okw/s1600/5.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 245px; height: 320px;" src="http://1.bp.blogspot.com/-0e4Vh-ds9lc/TeflEZxyppI/AAAAAAAABcA/LlIRiKW8Okw/s320/5.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5613707324342576786" /></a> y allí sentada en una mecedora de mimbre y cubierta por una manta tejida al “crochet”, observaba el movimiento de la naturaleza, que jamás descansa, el trajinar de pájaros, hormigas y hasta el incesante caer de las hojas sobre el patio, me entretenían más que cualquier programa infantil de televisión.<br />La abuela ese día, desprendía en su andar un aire reservado. Había salido por la mañana con el abuelo de compras al pueblo. <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/-_rNILFwVkhI/TefnqtdO-BI/AAAAAAAABcQ/6NWkdOMdVfU/s1600/IMG_1016%2BRupit%2Btrastos%2Ben%2Bbalc%25C3%25B3n.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 228px; height: 265px;" src="http://2.bp.blogspot.com/-_rNILFwVkhI/TefnqtdO-BI/AAAAAAAABcQ/6NWkdOMdVfU/s320/IMG_1016%2BRupit%2Btrastos%2Ben%2Bbalc%25C3%25B3n.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5613710181483345938" /></a>Yo miraba con asombro el jardín de invierno, tan repleto de canastos cubiertos con lienzo, despertaba esto mi mayor curiosidad. Podía distinguir la silueta de mi tío, el menor, mientras guardaba en bolsas de papel, tomates secos.<br />La hora de la siesta, la abuela la aprovecharía para terminar uno de sus tejidos, un cubrecama, para mí. Y es que había pasado un buen tiempo reciclando cintas y telas que cortaba y convertía en hebras de hilo, el resultado era hermoso y multicolor.<br />Pero ahora, estaba preparando la merienda. Yo sabía lo que me esperaba. Un enorme tazón de leche pura, y pancitos de miel. <br />Pero no, en cambio, trajo una fuente con “tortonas”, las había dejado mi madre el día anterior. Eran unos pancitos horneados “al rescoldo”, que desprendían un aroma indescriptible, mezcla de vainilla y nuez, muy dulce, y eran realmente sabrosísimos.<br />Colocó la fuente sobre la mesita, justo ahí, junto al tazón de leche y un manojo de flores de lavanda recién cortadas. Después dejó caer sobre mi falda un sobre, como esas bolsas de papel donde guardan el tomate…<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/--9ZPx_14E6w/TeffYcb3rwI/AAAAAAAABb4/4sWOW4avbbY/s1600/300px-Tortillas_Guatemaltecas.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 300px; height: 225px;" src="http://2.bp.blogspot.com/--9ZPx_14E6w/TeffYcb3rwI/AAAAAAAABb4/4sWOW4avbbY/s320/300px-Tortillas_Guatemaltecas.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5613701071583555330" /></a><br />Lo abrí y miré adentro, había un libro, era un cuento, y en la tapa el dibujo de una niña con ropas de bailarina española que en sus manos tenía ¡castañuelas! Eran de verdad, en realidad de juguete, pequeñas, justo para mis manitos. <br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/-MpHjWjm6_9g/TefbuhOVvkI/AAAAAAAABbQ/rgz-QSD5VaU/s1600/i_7702.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 180px; height: 180px;" src="http://1.bp.blogspot.com/-MpHjWjm6_9g/TefbuhOVvkI/AAAAAAAABbQ/rgz-QSD5VaU/s320/i_7702.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5613697052779593282" /></a><br />Nunca supe de quien fue la idea, pero el dulce aroma a vainilla y nuez, me dio una pista…Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-73051475369966221682011-05-30T04:26:00.000-07:002011-05-30T07:52:51.201-07:00Apuntes 16<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/-mH8iZKSnWrs/TeOVk-isytI/AAAAAAAABao/ZitbmaCHJAo/s1600/flores%2By%2Blibros.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 272px; height: 320px;" src="http://1.bp.blogspot.com/-mH8iZKSnWrs/TeOVk-isytI/AAAAAAAABao/ZitbmaCHJAo/s320/flores%2By%2Blibros.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5612494023130139346" /></a><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/-nBshbc--LT4/TeONXL8hAnI/AAAAAAAABag/yNHWPZqeHBQ/s1600/pa%25C3%25B1uelocrisantemo.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 306px; height: 320px;" src="http://3.bp.blogspot.com/-nBshbc--LT4/TeONXL8hAnI/AAAAAAAABag/yNHWPZqeHBQ/s320/pa%25C3%25B1uelocrisantemo.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5612484990116889202" /></a><br />Mucho tiempo ha pasado desde la última vez que he revisé, los viejos cuadernos de la Abuela. La vida cambia las perspectivas, no es lo mismo posar la mirada sobre la realidad de las cosas del presente, que inundarse de todo aquello que pasó, tal vez hojeando las páginas de otros tiempos, <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/-1epFGuB_jEo/TeOu0mTvLEI/AAAAAAAABbI/igFLi1l8N0g/s1600/sabanas.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 265px; height: 320px;" src="http://3.bp.blogspot.com/-1epFGuB_jEo/TeOu0mTvLEI/AAAAAAAABbI/igFLi1l8N0g/s320/sabanas.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5612521779293531202" /></a>los recuerdos fluyan con ese color blanco almidonado de las sábanas, o el aroma de las puntillas caramelo que aún rodean fundas y almohadas, prolijamente planchas y ordenadas en un rincón del baúl.<br />¿Por qué será que los recuerdos a veces duelen tanto? Son como golpe directo al corazón, y aún así, uno los recibe con los brazos abiertos.<br />La infancia, esas personitas que fuimos y ya jamás seremos, esa ausencia de plenos, ya no existe. A veces, la inocencia de aquella época pide a gritos ser rescatada de algún viejo baúl de sueños ¿Quién no tiene uno? Seguro que si rasgamos la pared del recuerdo, hallaremos un resquicio de color y aroma a caramelo. <br />Es tan difícil enfocar un recuerdo feliz de la niñez, sin llorar por su pérdida.<br />Pero quienes tienen la fortuna de poder evocarlos, y descubrir que están allí, intactos, en algún espacio de nuestro propio tiempo, podrá volver a sentir en la piel esa conmoción de vivir, y seguramente podrá ser feliz, reviviendo ese instante, que creyó olvidado por ahí…<br />Fue hace muchos años, tantos que no me atrevo a contarlos.<br />Abrí el baúl, y lo primero que vi, fue esa puntilla color caramelo, asomándose de entre las páginas… por supuesto, de uno de los maravillosos cuadernos de la abuela.<br />Y entonces, viajé hacia los caminos bordeados de lavanda, pude sentir bajo mis pies el crujir de las hojas amarillas del otoño. <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/-KTwcXZ6lln4/TeOXv9PDwQI/AAAAAAAABaw/4VLU5WBDso0/s1600/b%2By%2Bn%2Bnena.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 214px; height: 320px;" src="http://4.bp.blogspot.com/-KTwcXZ6lln4/TeOXv9PDwQI/AAAAAAAABaw/4VLU5WBDso0/s320/b%2By%2Bn%2Bnena.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5612496410781139202" /></a>¡Cuan hermoso se sienten los pies! hundidos hasta los tobillos, en esa marea de ocres y polvillo. Jamás la abuela barrió una sola de esas hojas, que caían libremente, cediendo a la voluntad de una mano invisible que “zamarreaba” la copa de los árboles. Sauces, robles, álamos… crecían hasta la puerta misma de la casa, y solo en el patio resplandecía el cemento húmedo de rocío en las mañanas, cuando el viento se encargaba de despejarlo, y las hojas y bayas formaban olas ondulantes a cada orilla.<br />Cada estación del año, tiene su encanto especial. El otoño no es la excepción. No es verdad que sea triste, también el canto de muchos pájaros reciben el alba.<br />Pero, hablaba de la puntilla… era el pañuelo en el que la abuela siempre guardaba algo, durante nuestros paseos.<br />Allí se conservó durante semanas, el trébol de cuatro hojas, que ya les conté.<br />Un día, salimos a caminar a la hora de la siesta ¡Cuánta tibieza en el rostro! Eso adoro del otoño, cuando el sol lanza sus rayos directo a nosotros, y nos alivia del frío viento del sur.<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/-5GgE3e4dJFg/TeOX8d1wIjI/AAAAAAAABa4/Hd3l4L2Hllk/s1600/899341-la-anciana-come-una-grosella.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 214px; height: 320px;" src="http://3.bp.blogspot.com/-5GgE3e4dJFg/TeOX8d1wIjI/AAAAAAAABa4/Hd3l4L2Hllk/s320/899341-la-anciana-come-una-grosella.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5612496625691796018" /></a>La abuela juntaba las pepitas del laurel, mientras yo jugaba entre las hojas, cerca del estanque ¿Lo recuerdan? Hace ya un año que florecen a su alrededor, rosas, calas, junquillos, y toda clase de hierbas silvestres. El banco de madera que construyó el abuelo y yo ayudé a pintar de blanco, albergó todas mis fantasías durante el verano pasado… y ahora entre sus patas descubro una planta repleta de incipientes pimpollos amarillos, yo creía que flores así solo se veían en primavera, así que me sorprendí mucho y llamé a gritos a la abuela.<br />Ella corrió a ver, sabiendo ya que era mi costumbre siempre hurgar entre la maleza buscando quién sabe qué… pero al ver la planta que le señalaba se puso muy seria. - ¡No la toques!- me dijo.<br />Su orden despertó más aún mi curiosidad y asombro. Sentí que había hecho el gran hallazgo…<br />-Es un crisantemo- sentenció, sin la pasión que yo esperaba en sus palabras.<br />¿Por qué nunca vi más de esas plantas en tu jardín? Le pregunté con la perplejidad que se puede sentir a los 11 años de edad.<br />Me explicó que es una planta con flores muy bellas y olorosas, pero que es muy tóxica, y ella prefería no cultivarla, porque para el jardín y la huerta eligió plantas medicinales y aromáticas. <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/-egpdZr5wozU/TeOm0nk5OTI/AAAAAAAABbA/--sYDtNfwJU/s1600/3282896.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 262px;" src="http://1.bp.blogspot.com/-egpdZr5wozU/TeOm0nk5OTI/AAAAAAAABbA/--sYDtNfwJU/s320/3282896.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5612512983540906290" /></a><br />Mi mirada habrá tocado el corazón de la abuela, sentí tanta tristeza al ver el crisantemo desenraizado entre sus manos, porque cortó un pimpollo casi abierto, de un suave y pálido amarillo, lo envolvió en el pañuelo y me lo entregó diciendo: “Con cuidado, y ya no podremos usar este pañuelo, guárdalo, pero cada vez que toques la flor, ¡te lavas muy bien las manos! Y así fue, sencillamente, guardé el pañuelo con el pequeño tesoro dentro. <br />Si me permiten, tengo que lavarme ahora muy bien, las manos.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-24955168109914990552010-09-06T15:26:00.000-07:002011-05-13T22:24:59.746-07:00Apuntes 15<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWbeEdwbOI/AAAAAAAABZ4/40YLuPS7I9M/s1600/4698271-flor-de-cerezo.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 214px; height: 320px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWbeEdwbOI/AAAAAAAABZ4/40YLuPS7I9M/s320/4698271-flor-de-cerezo.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5513984259681971426" /></a><br /><br />Cuánto tiempo sin recuerdos! Prometí contarles del estanque, eso fue en otoño pasado... ya estamos a las puertas de la primavera (en Buenos Aires)<br />Estoy mirando a través de la ventana, la imponente copa del ciruelo en flor. Miles de florcitas formando un hermoso manto de encajes blanco, quieto, recortándose en un cielo muy azul. Y entonces no puedo dejar de abrir el viejo baúl y con él una ventana hacia la infancia. Entre los cuadernos, hallé un pequeño cofre de madera, cuántos años sin verlo.<br />Sentí vértigo al levantar la tapa adornada con moños de cinta desteñida y un enorme botón de nácar. Dentro, asomaron mis lágrimas junto con sobres amarillos de cartas atadas con un cordón. "Felicidades y prosperidad", palabras escritas en antiguas tarjetas de Navidad y Año Nuevo, "Augurios de Felicidad"... firmadas por parientes que vivían tan lejos de América.<br />Me pregunto si mi abuela "fue feliz". Me contesto inmediatamente que "Sí".<br />Evoco entonces aquel año, 1973, primavera.<br />Los abuelos me invitaron a pasar una larga temporada en su casa de campo. Eran tiempos difíciles, de inestabilidad social y desencuentros cívicos.<br />El abuelo se jubilaría pronto, y pasaba más horas que nunca encerrado en el "caforchi", leyendo o escribiendo, con los dedos eternamente manchados de tinta negra.<br /><br />Ungüentos y aceites, jabones y extractos, ya tenían su espacio en la cocina. ¡Como me gustaba verlos allí! si bien el misterio de la puerta de madera muy pesada y herrajes impresionantes del enorme mueble de la abuela, con su contenido fragante, era mucho más atrayente para una niñita de tan corta edad, también la tentación de tocarlos y olerlos al tenerlos al alcance de las manos era muy emocionante.<br /><br />Adoraba las mañanas, tal vez por eso mis recuerdos siempre se instalan en el despunte del alba. Cada mañana representaba para mí, el comienzo, la manifestación de la vida proyectada en los jardines. Cuando los evoco, verdes, llenos de luz en primavera, la primavera que llega con sus pinceles a transformarlo todo, mientras los brotes y pimpollos pugnan por explotar húmedos de rocío... me avergüenzo de mi pobre y reducido huerto, por más que me esfuerzo, solo consigo pulposos áloes, azahares, y el pequeño bosquezuelo con su nogal, alcanfor, dos álamos, un kinoto, un sauce, un fresno, un palto pegado a una higuera y dos pinos... y entre dientes de león y salvia, el olivo, el laurel, el eucaliptos y los naranjos, herencia de los abuelos. Nada comparado a los cultivos de la abuela.<br /> <br />Ya les conté, de los serpenteantes caminitos escoltados de rosales y hierbas medicinales, de la huerta y el jardín de invierno, el secadero... y el estanque.<br /> <br />La abuela me servía la leche en el tazón de siempre, el mate pronto y los panes de avena y miel. En la mesa de la cocina, todo dispuesto sobre el mantel impecablemente blanco con sus rositas bordadas por sus propias manos. La primavera sonrojaba la pava, con un haz de luz el sol asomaba entre las cortinas de cuadraditos rojos del ventanal. El abuelo disfrutaba del mate que amorosamente le ofrecía la abuela. Yo los observaba feliz. Ambos murmuraban las tareas del día (hablaban muy bajito, como cuando sus hijos aún eran niños y temían con sus voces despertarlos). Por allí escuché mi nombre, no pude contestar enseguida, un sorbo de leche empujaba el bocado de pan mientras mis ojos imploraban que esperaran un poco... y es que cuando el abuelo decía mi nombre, era seguro que había grandes planes que me involucraban muy de cerca. Y así fue...<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWXg8R_eXI/AAAAAAAABZw/PjO9kR5O66k/s1600/5327661-la-antigua-casa-con-flores-de-todo.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 214px; height: 320px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWXg8R_eXI/AAAAAAAABZw/PjO9kR5O66k/s320/5327661-la-antigua-casa-con-flores-de-todo.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5513979910978238834" /></a><br />Privilegio de única nieta entre un montón de varones, entrar en el "caforchi". No dejaba de asombrarme, el mueble de la abuela al frente, estantes hasta el techo a cada lado, solo hacían un intervalo para permitir abrirse alguna ventana. El escritorio y la vieja máquina de escribir, un mimeógrafo, papeles, tinta... libros, y allí, sobre una pequeña mesa de cedro, la pila de cuadernos de la abuela, "cuadernos de tarea", los llamaba ella. En cada renglón, siempre detallaba alguna actividad, amenizada con una receta o fórmula que se le ocurría a veces en medio de los surcos mientras regaba o abonaba la tierra, es por eso que cuando yo estaba con ella, me tocaba llevar uno de esos cuadernos, no cualquiera sino el que indicaba expresamente la abuela. Así fue que me envió por este, el que ahora encuentro dentro del cofre de madera...<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWBUcrVSII/AAAAAAAABZg/nA8A3aoA3Oo/s1600/3389111.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 214px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWBUcrVSII/AAAAAAAABZg/nA8A3aoA3Oo/s320/3389111.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5513955507080349826" /></a><br />Los bosquejos del estanque, realizados a mano alzada por ella con algún garabato mío también. Y ya nos instalamos frente a la tierra húmeda, removida a la espera de semillas y plantines.<br />La abuela me dictaba, yo obediente escribía. Conque era eso, fui elegida para tomar nota de lo que crecería de ahora en más, alrededor y dentro del estanque, como de las piedras que lo decorarían.<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWXWpyGtrI/AAAAAAAABZo/BEE---xsSi8/s1600/3213975-white-valla-que-florece-con-corona-nupcial-spirea-arbusto.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 213px; height: 320px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWXWpyGtrI/AAAAAAAABZo/BEE---xsSi8/s320/3213975-white-valla-que-florece-con-corona-nupcial-spirea-arbusto.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5513979734213965490" /></a><br />El abuelo había terminado los dos bancos de madera y pintó de blanco. Ya estaban colocados sobre baldosas de cemento y a allí me instaló la abuela.<br />Comenzó a dictar nombres y fechas de siembra, yo escribía y observaba atenta como poco a poco, el estanque tomaba vida... <br />En unos días más, crecerán plantas acuáticas, hierbas aromáticas y flores bellas, será el lugar preferido para la costura de la abuela, y allí mismo, tejeré una manta junto a ella, cuando el sauce llorón se incline y remoje sus ramas en el estanque, yo tendré entonces algo más de 11 años... <br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWb1Y8WGVI/AAAAAAAABaA/ze5ntMbZ5xU/s1600/estanque.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 125px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/TIWb1Y8WGVI/AAAAAAAABaA/ze5ntMbZ5xU/s320/estanque.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5513984660315969874" /></a>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-71694323585227429722010-04-22T06:39:00.001-07:002011-05-13T22:29:40.568-07:00apuntes 14<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S9BWPMmPkxI/AAAAAAAABUA/x6hUlX4qvEE/s1600/image304.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 219px; height: 169px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S9BWPMmPkxI/AAAAAAAABUA/x6hUlX4qvEE/s320/image304.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5462961167080067858" /></a>Hace tiempo, que olvidé los recuerdos por ahí...<br />Falté a una promesa, la de contarles sobre aquellos días de inocencia y asombros contenidos, cuando aún sentíamos vergüenza ante la mirada severa de los abuelos pidiendo explicaciones por alguna travesura, sin darnos cuenta que a nuestras espaldas sonreían con bondad.<br />Es que lamentablemente, el tiempo y la distancia a veces nos llevan a correr tras un sueño inalcanzable de urbanidad y progreso.<br />No reniego del avance implacable de la sociedad, solo pido un alto, un respiro para volver a suspirar, y recordar. <br />En mi país, comienza ya a envolvernos el otoño. El frío todavía no ha desprendido la última hoja del nogal, pero ha comenzado a dar pinceladas de ocres aquí y allá...<br />El jardín de la abuela, como el de Monet, rebosaba de rosales entre verdes y amarillos. Y fue un día, muy claro, soleado y fresco, abril de 1972, el día elegido.<br />Recuerdo que era sábado, desperté en casa de los abuelos, como tantos fines de semana de campo. La abuela preparaba el mate, el abuelo leía eternos libros junto a la estufa y el gato "olivero" (le pusimos ese nombre porque apareció tres años atrás, abandonado y enfermo, debajo de uno de los olivos).<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S9BWDTvCFKI/AAAAAAAABT4/hRMb6IBqK5Y/s1600/3475220.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 214px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S9BWDTvCFKI/AAAAAAAABT4/hRMb6IBqK5Y/s320/3475220.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5462960962837550242" /></a><br />Yo me entretenía, mirando por la ventana como mis tíos, acondicionaban el jardín de invierno allí afuera, entre resoles y neblinas. <br />Sentada a la mesa, con el enorme tazón de leche frente a mi y panes de miel, presté atención a la abuela. Estaba haciendo anotaciones en su cuaderno más viejo, mientras cebaba mate. No quería interrumpirla, pero su silencio me inquietaba un poco, estaba bien para el abuelo, que siempre leía... pero ella, rara vez se mantenía tan callada en la cocina.<br />Le pregunté qué tanto escribía, si alguna receta, entonces me miró sobre sus gruesos anteojos y me dijo muy alborozada ¡Hoy sin falta vamos a construir un estanque!<br />¡Un estanque abuela! Siempre había soñado con un bello estanque, como de un cuadro de Monet, donde brillara el sol entre flores y hojas flotando, e imaginaba pájaros bañándose en él.<br />Y los gritos del abuelo, ¡qué te has vuelto loca mujer! y frases en italiano entrecruzándose con muchas más en gallego, y la risa que me provocaban esas discusiones, eran como un juego, el abuelo se oponía un rato para terminar cediendo, pero siempre protestando...<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S9BWoj9znzI/AAAAAAAABUI/csKvcmVHwwo/s1600/OTO%C3%91O+BANCO+VAC%C3%8DO.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S9BWoj9znzI/AAAAAAAABUI/csKvcmVHwwo/s320/OTO%C3%91O+BANCO+VAC%C3%8DO.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5462961602849644338" /></a><br />Después de desayunar, enfilamos hacia el jardín. Aun el abuelo protestaba ¡que no es época te digo! Y la abuela con dulzura pero firme ¡qué sí, que ya lo quiero!<br />Todas los plantines nuevos, fueron trasladadas al jardín de invierno. Otro bello y mágico lugar, un cuadrado no muy amplio, como una pecera de vidrio, donde había macetas, macetones y jardineras repletas de tomillo, orégano, salvia, romero...<br />Detrás del huerto, había un buen espacio libre, rodeado de calas y limoneros, la abuela dando amplias zancadas, delimito unos metros... y plantó allí la pala... <br />Tuvieron que socorrer al abuelo mis tíos y tías (que llegaban de visita) y entre todos intentaban quitarle a la abuela de las manos, la pala.<br />Al final, fueron turnándose los hombres, pues era cosa de hombre, hacer pozos en la tierra.<br />Pero la abuela los supervisaba, mientras recolectaba algunas semillas y bulbos que iban apareciendo...<br />Al cabo de cierto tiempo, ya el pozo tenía el visto bueno de los tíos. Yo lo veía inmenso, de unos tres metros de diámetro y uno de profundidad, estaba hipnotizada, observándolo. Hubo más discusiones entre los abuelos, siempre debía ser así, hasta que, solo quedamos, la abuela y yo, ella aferraba otra vez a la pala, y yo sosteniendo el cuaderno, donde había dibujado un hermoso estanque, con flores, agua cristalina, un bebedero de pájaros y dos bancos a los lados.<br />¿Y ahora qué hacemos? le pregunté frente al pozo, que se veía en realidad muy feo y negro.<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S9BV5pw3DXI/AAAAAAAABTw/SYwtTLHkcok/s1600/vidrioempa%C3%B1ado.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 246px; height: 320px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S9BV5pw3DXI/AAAAAAAABTw/SYwtTLHkcok/s320/vidrioempa%C3%B1ado.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5462960796952104306" /></a><br />Ya era hora del almuerzo, pero nada había cocinado la abuela ese día. Me contó todo sobre su loco proyecto, el invierno se acercaba, definitivamente, no eran buenos tiempos para inaugurar un estanque. <br />Con infinita paciencia, el abuelo, colocó unos caños desde el molino al pozo, trabajó callado toda la tarde, mientras la abuela le convidaba con pan y queso sazonado con oliva, tomate y ajo. Yo renegaba de ser aún muy pequeña para hacer algo importante, así que la pasé dando vueltas y vueltas alrededor del pozo.<br />Ese día terminamos los tres muy cansados, anocheció y comenzó a hacer mucho frío, en la cocina, con la estufa crepitando, los abuelos se durmieron en sus sillas, cabeza con cabeza. Antes de despertarlos, miré por la ventana hacia afuera, allí estaba el pozo, y sobre el vidrio empañado, garabatee unas flores, pájaros dos bancos... <br />Por supuesto que nos llevó muchos meses de trabajo, pero ya para el verano de 1973, el jardín de la abuela ¡tenía un hermoso estanque!<br />Ya les contaré...Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-87027387943296516562010-02-02T12:38:00.000-08:002011-05-13T22:31:32.769-07:00Apuntes 13<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S2iSgdL-Y3I/AAAAAAAAA2c/8l2mRcZmbIU/s1600-h/trabajandofarmacia.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 238px; height: 180px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S2iSgdL-Y3I/AAAAAAAAA2c/8l2mRcZmbIU/s320/trabajandofarmacia.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5433754036710826866" /></a><br />Hoy, la melancolía golpea fuerte mi puerta. Decidí no abrirle, no dejarla pasar y en su lugar, invité al pasado. Le permití instalarse por un rato aquí mismo, en la cocina. Miro la vieja mesa y me detengo, en esos garabatos de la madera, que el capricho de mi invitado dejó allí, como huellas de sus hermanos, los recuerdos. Se preguntarán, por qué tanta metáfora, les respondo: porque cuando en la garganta se nos forma un nudo, y un puño el corazón "aprieta", solo queda enfrentarlos, hacerse su amigo.<br />Estaba leyendo, un cuaderno de la abuela cuya tapa reconocí al instante de verlo, y fue entonces cuando el aire se impregnó de bullicio y aroma a eucalipto.<br /><br />Había viento, como siempre en los comienzos del otoño, la abuela escribía y escribía, sobre esta misma mesa, y yo insistía e insistía, que me llevara a remontar mi barrilete.<br />Mi padre me lo había hecho, era una enorme estrella de papel de seda, azul y amarilla, con muchos flecos y una cola de trapos blancos.<br />Pero la abuela debía hacer sus anotaciones primero.<br />Marzo, era el mes del laurel, para lo que había que recolectar el fruto. También semillas, bulbos raíces y cortezas. Yo la ayudaba, cuando iba de visita, pues ya había comenzado la escuela. La rutina era otra, y extrañaba levantarme al amanecer para las tareas del huerto, ahora era diferente, pues todo debía hacerse al mediodía, pues debíamos esperar que el rocío se evaporara de las plantas.<br />Así que después de que la abuela hubo terminado de escribir, me entregó el cuaderno y me pidió que hiciera esas tareas...<br />Leí con sorpresa, pues rara vez, yo tocaba esos cuadernos...<br />"Borraja. Recolección de Semillas. Cortar las flores secas desde el tallo y atarlas en un manojo. Colgarlas en el secadero metidas en una bolsa de papel”... y la lista seguía.<br />Entonces la abuela me dijo: "entiendes, porque tengo que hacer todo esto, ahora no podemos ir a remontar el barrilete, las plantas no pueden esperar". Entonces, comencé a rayar la mesa con un clavo, y creo que lloré ese día.<br />Ahora miro la mesa, cuento las rayas que le hice a la madera, y quisiera tener allí a la abuela, escribiendo...<br />Esa tarde, no importaron la borraja, ni las azucenas, y tuvieron que esperar los frutos del laurel...<br />Fuimos a remontar el barrilete.<br />Tenía 7 años de edad, y en realidad lo que más quería era caminar con ella, atravesar los caminos bordeados de espinillos, los cultivos de lavanda, hasta las cercanías al monte de eucaliptos, allí había un claro, con el pasto bajo y tierno, el espacio de la manzanilla, le llamábamos. <br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S2igaV15w2I/AAAAAAAAA2k/ZxpvJdextZI/s1600-h/kespinel+027.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 218px; height: 320px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S2igaV15w2I/AAAAAAAAA2k/ZxpvJdextZI/s320/kespinel+027.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5433769324822774626" /></a><br />La abuela se llevó un banquito y su tejido, una nueva bufanda para el abuelo.<br />Busqué el mejor lugar, coloqué con cuidado el barrilete en el suelo... estiré el cordón, conté hasta tres, y me lancé a toda la velocidad, como las piernas me permitieron. Corrí, buscando una ráfaga de viento, pronto el barrilete se elevó muy alto. Estaba feliz, la abuela sonreía y me llamaba, me senté junto a ella, y comenzamos la rutina. Tenía en sus manos varias hojas arrancadas bajo mis protestas, de su cuaderno viejo, convertidas en cartas para quienes habitaran el cielo, fuimos pinchándolas al tenso hilo, una a una, y las veíamos subir rápidamente hasta unirse a la estrella color azul y amarillo. Así pasaba uno de los momentos más hermosos de mi infancia. Hasta que de pronto, el barrilete viró a la derecha, se elevó locamente, se puso de cabeza, y cayó. Corrimos impotentes, mientras el hilo se cortaba y el barrilete, caía obstinadamente hasta dar contra una la copa de un árbol. Pero esa es otra historia.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-50539837505252169692010-01-29T04:06:00.002-08:002011-05-13T22:32:45.966-07:00APUNTES 12<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S2MIG0OSWCI/AAAAAAAAA1c/FWg3-pZR8-U/s1600-h/kespinel+043.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 252px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S2MIG0OSWCI/AAAAAAAAA1c/FWg3-pZR8-U/s320/kespinel+043.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5432194488729753634" /></a>Las 5 de la mañana. Pleno verano y ni una nube en el cielo. Apenas soplaba una suave brisa que venía trayendo del este, esa disimulada y tímida ráfaga de aire fresco. Tenía sueño aún, y me costó abrir los ojos, cuando la abuela me llamó desde la cocina, taza de leche fría en mano, y aquella hermosa y cómplice sonrisa. Como cada año, después de las fiestas, se alargó mi estadía en el campo. Mis padres resignados, me visitaban cada día, conociendo mi negativa ante la pregunta de rigor:<br />"¿Volvés hoy con nosotros a casa?"<br />Sucede que aún de pequeña, conocía los signos de la profunda tristeza del cambio de estación. Increíblemente, todavía hoy, después de más de 30 años, aún me deprime la cercanía del otoño...<br />Desde aquellos tiempos, en que el otoño significaba, volver a la rutina del colegio, de caminar por asfalto, de respirar otros olores inciertos y de dejar el mundo mágico de los abuelos. Pero ese será otro capítulo de la historia...<br />Otra vez en la paz de la cocina junto a los abuelos, apurando el desayuno pues ya estaba amaneciendo, y se acercaba la hora del gran acontecimiento.<br />Salí con la abuela al camino ancho y escoltado por los enormes eucaliptos. Siempre mirando hacia arriba, buscando entre el frondoso follaje, alguna señal de esas diminutas "chicharras" (cigarras) que alertaban con un tremendo barullo sobre el calor que se avecinaba. Una vez, después de tanto buscar en el tronco de un árbol, descubrí al fin sus formas. Con mucha sorpresa, encontré su cuerpo vacío y seco. El abuelo entonces me explicó, algo sobre la metamorfosis... pero me pareció muy espantoso... tenía entonces cinco años de edad, así que preferí imaginar a la "chicharra" como una princesa, que dejó de ser ese feo insecto, despojándose de las ropas que la tenían aprisionada, para convertirse en una hermosa hada, pequeña como un colibrí. Nunca le hablé de esto al abuelo.<br />Caminamos entonces hacia un cañaveral, donde asomaba ya a la vista el terraplén, una elevación del suelo, un pequeño arroyuelo, y el matorral.<br />Era curioso estar allí. Papá tenía unos catalejos, y desde la terraza de mi casa, me había hecho mirar a través de él, hacia el horizonte, a lo lejos, apenas pude ver una columna de humo perderse entre los árboles y el cielo.<br />En cambio ahora, estaba allí mismo, pensaba que extraño, encontrarme de pie en la línea de aquel horizonte...<br />La abuela interrumpió mis cavilaciones, hasta ahora habíamos andado en silencio.<br />- Hija! ya son las cinco y media! Ya llega! ya llega!<br />Y entonces, con los primeros rayos de la mañana, fijé ansiosa la vista hacia aquel bulto negro que asomaba entre un monte de álamos y sauces.<br />Así que después de todo, no estábamos en el horizonte, pues la claridad del día me mostraba que la línea donde se une el cielo con la tierra, quedaba muy lejos de allí. Y era desde esa línea, que emergía la mole rugiente, como hilera de enormes cajones de hierro repletos de carbón, troncos y granos, creo que distinguí también alguna habitación iluminada y hasta me pareció ver a unos señores saludar desde las ventanillas.<br /><br />Era mi ilusión hecha realidad al fin, sentí que casi podía tocarlo. El tren, la locomotora a vapor, que todavía atravesaba aquellos parajes con su misteriosa carga, echando humo y devorando los pastos como las distancias. ¡Qué imponente era! Y al mismo tiempo se me antojó tan frágil! En pocos minutos la perdí de vista. Pasó raudamente haciendo crujir el terraplén y las cañas para desaparecer, no sin antes torcer a la izquierda y luego a la derecha y más allá... siguiendo un sendero serpenteante hasta el horizonte mismo. Pensé entonces, pedirle a la abuela que algún día, me lleve hasta el horizonte, pues deseaba pararme justo allí mismo, para ver como el cielo se une con la tierra.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-51461823374833089182010-01-11T15:12:00.000-08:002011-05-13T22:35:07.669-07:00apuntes 11<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0u3AWuivEI/AAAAAAAAAq8/2lEI-GEqNeY/s1600-h/tormenta2.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 213px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0u3AWuivEI/AAAAAAAAAq8/2lEI-GEqNeY/s320/tormenta2.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425631392826571842" /></a><br />La mañana estaba oscura, parecía como si la sombra de un gran puño oprimiera el jardín y el huerto.<br />La abuela estaba cubriendo unos almácigos de tomillo, pues apenas comenzaba a brotar la delicada hierba, y una fuerte lluvia podría afectarlos mucho.<br /> <br />Yo salí a la galería que hacía las veces de secadero de plantas. Allí colgaban, ramilletes de lavanda, eucalipto, laurel, palto, higuera, alcanfor, álamo, sauce, fresno... y sobre una larga mesa, bandejas repletas de hojas de aloe, cáscaras de naranja y pomelo, cascarillas de nuez, en fin, era verano, y la principal actividad de la abuela, era disecar para que nada faltase en invierno, tanto para sus jabones y ungüentos como para la cocina. Así también podíamos encontrar en el secadero, tomates, ajíes, duraznos... <br />La galería, se hallaba orientada de tal manera, que quedaba muy protegida de vientos y tormentas. En su lado sur, se elevaban varios álamos como una muralla, en el lado noroeste, un laberinto de boj, y al este varios olivos, tilos y una frondosa madreselva. Además, la galería contaba con amplios ventanales hasta la mitad de su extensión.<br />Mientras ayudaba a la abuela a cerrarlos, oímos un descomunal trueno. El rayo cayó muy cerca de la casa, carbonizando un viejo ciprés.<br />En ese momento, la lluvia fue torrencial, así que corrimos a la casa. El abuelo también había estado asegurando puertas y ventanas. El viento era muy fuerte e inesperado.<br />Apenas pasaron unos minutos, y escuchamos ruidos de trastos que se golpeaban. En la cocina reinaba la calma, no venía de allí. <br />La casa de los abuelos, constaba de tres viviendas, comunicadas por un patio de buenas proporciones. En la parte principal estaban la galería de la, entrada, la cocina, el comedor, los dormitorios y el "caforchi", esa especie de taller-laboratorio que ellos compartían, este se comunicaba con un pequeño jardín de invierno, y luego la galería secadero. Cruzando el patio, los galpones que mis tíos utilizaban de almacenamiento, y más allá, una cocina de campo muy grande, con parrilla, donde se reunía la familia los domingos. Los abuelos y yo, mirábamos por la ventana del frente, la lluvia que arreciaba sobre el monte de eucaliptos, ignorando lo que ocurría en el secadero.<br />Pero, en un segundo, vimos volar por los aires un ramillete de lavanda. En ese momento el rostro de la abuela se puso muy pálido. Corrió al fondo e intentó salir, pero entre el abuelo y yo se lo impedimos. Escuchamos otra vez espantosos ruidos, espantosos porque comprendimos que el viento hacía estragos en el secadero, donde los ventanales se abrieron dejando todo a su merced.<br />Quedamos mudos de impotencia.<br />Cuando la tormenta pasó, era cerca del mediodía, llegaron las tías preocupadas por la intensidad del viento.<br />Cuando salimos al patio, ya desde allí pudimos ver la galería vacía. Nada había quedado. Todo se encontraba disperso a lo largo de la media hectárea que rodeaba la finca.<br />Lloré junto a las tías, ellas recordaban con tristeza las veces que de niñas ayudaban a la abuela en sus tareas de recolección de frutos y plantas, las veces que prepararon allí conservas con tomate disecado ¡y qué ricos que eran! tal vez sería el primer invierno en que no los comerían...<br />La abuela entonces, se puso a limpiar enérgicamente. Era finales de febrero, pero aún queda mucho por cosechar, dijo, y con suerte, también se podrá secar algo más.<br />Todos ayudamos a la abuela. Las tías seguían llorando, evitaban mirar el huerto y el jardín, donde solo quedaban tallos cortados, pues toda la producción de ese verano estaba en el secadero.<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0uxPgYaAhI/AAAAAAAAAqU/HYW_tYNiYP0/s1600-h/jardndemallorcaleosobreip1.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 265px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0uxPgYaAhI/AAAAAAAAAqU/HYW_tYNiYP0/s320/jardndemallorcaleosobreip1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425625056046350866" /></a><br />Al atardecer, la abuela me tomó de la mano y juntas fuimos hasta los manzanos. Eran cuatro, daban frutas que nunca acababan de madurar. Buscamos las manzanas más grandes y llenamos una canasta. Luego en la cocina ¡a pelarlas! Hirvió la pulpa con azúcar hasta que se cristalizó. Las cáscaras, las colocó en fuentes para secar. Sonreía y cantaba, como si se le hubiera ocurrido una gran idea.<br />Cenamos pollo, papas y de postre, dulce de manzana.<br />Al día siguiente, muy temprano, me explicó que secaríamos las cáscaras de manzana, y me enseñaría a hacer "extracto de manzana en polvo", lo dijo así, dándole la mayor importancia.<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0uzTo2UXLI/AAAAAAAAAqs/qpzl15mlalw/s1600-h/hierbas-secado-1.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 161px; height: 120px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0uzTo2UXLI/AAAAAAAAAqs/qpzl15mlalw/s320/hierbas-secado-1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425627326062025906" /></a><br />Eso me dejó la abuela, la enseñanza de que pase lo que pase, siempre hay algo nuevo para hacer. Decía siempre que el futuro sería de aquellos que supieran "crear" las condiciones.<br />Unos días después, anunciaban la escasez de algunos productos, entre ellos el jabón. Mi tío mayor tuvo la idea ¡vender jabones! Está bien, dijo la abuela, pero solo a los de la capital, aquí a mis vecinos siempre se los regalé, y lo seguiré haciendo. Vendió mucho, tanto que pudo invertir en la compra de hortalizas, tomates... y mirando al cielo un día me dijo: todavía hay buen sol, ¡vamos al secadero hija! Aunque no se privó de criticar aquellas verduras que ¡quién sabe con qué las regarían!... <br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0uxrm71K-I/AAAAAAAAAqc/b7M8PwVAwwk/s1600-h/g_06178_art.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 320px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0uxrm71K-I/AAAAAAAAAqc/b7M8PwVAwwk/s320/g_06178_art.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425625538841881570" /></a>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-31430514892187535942010-01-10T09:00:00.000-08:002011-05-13T22:37:19.100-07:00apuntes 10<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oOfK7uHEI/AAAAAAAAAps/GDFjZcZulNQ/s1600-h/mini-Calma.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 266px; height: 320px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oOfK7uHEI/AAAAAAAAAps/GDFjZcZulNQ/s320/mini-Calma.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425164629794757698" /></a><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oNpzRP81I/AAAAAAAAApc/HB8Zp4G9Qco/s1600-h/flores-lavanda.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oNpzRP81I/AAAAAAAAApc/HB8Zp4G9Qco/s320/flores-lavanda.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425163712909538130" /></a><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oNcEWb5kI/AAAAAAAAApU/AGkkVvpMew4/s1600-h/26441_Little_Girl_Cleaning_f.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 258px; height: 320px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oNcEWb5kI/AAAAAAAAApU/AGkkVvpMew4/s320/26441_Little_Girl_Cleaning_f.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425163476976526914" /></a><br /><br /> En verano, me dedico a encontrar siempre nuevas actividades para hacer en la casa. El sol a ciertas horas, invita a "evitarlo" como sea. La siesta sigue siendo mi puerta al recuerdo, una entrada que me lleva al pasado, de la mano de aquellos días tan diferentes... vistos con los ojos de la infancia.<br />Sigo buscando en el viejo baúl, respuestas en los cuadernos de la abuela. Y encuentro una cada vez...<br />Cada cuaderno tiene su propio "alma", pues oculta algo entre sus páginas, a la espera de ser descubierto.<br />Así fue como una calurosa tarde, tomé uno de ellos, especial como todos, y hojeándolo, hallé un trébol de cuatro hojas, reseco, pero no marchito, envuelto en un delgado papel escrito de mi puño y letra.<br />Y fue como volar por los cielos perfumados de antaño para caer en el jardín, tan verde, plagado de hierbas de todas clases.<br />Fue un atardecer maravilloso, la abuela y yo nos dedicábamos a cortar hojas de aloe para disecar. Las plantas, estaban cultivadas en hileras, en los fondos de la casa. y aun lado, crecían tréboles a montones. Mientras ella se dedicaba a su tarea, yo rodaba por encima de esa olorosa alfombra verde, y buscaba siempre, uno, que tuviera cuatro hojas. ¡Decían que daba suerte!<br />Durante algunos años busqué afanosamente, bajo la mirada benigna y atenta de la abuela. Y entonces, aquel verano de 1972, lo encontré.¡ Allí estaba y no lo podía yo creer!<br />Lo miré largo rato, sorprendida y sin poder tocarlo, dudaba de que fuera cierto. Al fin, con mucho cuidado, lo corté. Conté: 1, 2, 3, 4... 1, 2, 3, 4... 1, 2, 3, 4... Y así seguí... hasta que la abuela me dijo: " ¿Pa qué cuentas tanto, hija? Que son cuatro ¡no van a desaparecer!" - Y me abrazó, saltamos felices por el hallazgo. Luego me dijo que pidiera tres deseos y lo guarde dentro de un libro.<br />Así lo hice.<br />Al rato y ya la galería donde estaba el secadero, la abuela colocaba las hojas, cortadas en finas tiras, sobre una plancha de metal, que luego cada día exponía al sol directo y por la noche cubría con un paño de algodón.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oWLBBn4-I/AAAAAAAAAp8/ifOhJCIu1uo/s1600-h/desvan.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 226px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oWLBBn4-I/AAAAAAAAAp8/ifOhJCIu1uo/s320/desvan.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425173079630799842" /></a><br />En casa de los abuelos, había un cuartito para mi sola, donde colgaban, de las gruesas vigas del techo, pequeñas bolsas repletas de flores de lavanda ¡todavía puedo sentir ese aroma! Quedaba impregnado en la ropa de cama, en las toallas... hasta en las cortinas de gasa. Esa noche, después de besar a mis abuelos, cuando me quedé sola, acurrucada en la cama entre almohadones bordados con hilos de vivos colores, tomé el trébol entre mis manos, y pensé en mis tres deseos, los escribí en un papel de moldes y lo envolví en ese mismo papelito. A la mañana siguiente, lo guardé entre las hojas de uno de los cuadernos de la abuela. Y me olvidé de él.<br />Así creo que somos cuando niños, cada parte de nuestra vida siente con tanta pasión cada momento, que es como un fuego, realmente, y el fuego, vuelve cenizas todo, ¡menos los recuerdos! Que ahora retornan a mí, con la furia de aquella tormenta, que causó devastación en la galería de la abuela...<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oTwKzFrjI/AAAAAAAAAp0/en6pTybo-YU/s1600-h/lluvia1.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 241px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0oTwKzFrjI/AAAAAAAAAp0/en6pTybo-YU/s320/lluvia1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425170419374468658" /></a><br />Yo estaba guardando el cuaderno, cuando escuché el primer trueno, y luego otro, e inmediatamente el viento comenzó a llevarse todo.Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-91988202788154108832010-01-06T13:03:00.000-08:002011-05-13T22:54:18.363-07:00apuntes 9<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0UCMqMXNsI/AAAAAAAAAmY/aIp1dla_zdg/s1600-h/400_1199511580_reyes-magos.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 284px; height: 243px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0UCMqMXNsI/AAAAAAAAAmY/aIp1dla_zdg/s320/400_1199511580_reyes-magos.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423743742745458370" /></a><br />Cuando era muy niña, esperaba a los reyes magos, debía dejar, en la noche del 5 de enero, mis zapatos fuera de la casa, además de agua y pasto para los camellos... junto con una cartita, donde pedía aquello que deseaba recibir de regalo.<br />Recuerdo que pasaba una larga temporada en casa de mis abuelos para las fiestas, incluso reyes, por lo tanto, allí dejaba mis zapatos también, en medio del gran patio, y allí por arte de magia, muy temprano, en la mañana del 6 de enero, aparecían mis regalos, los que supuestamente dejaban en mi casa, y los que correspondían a la casa de los abuelos.<br />Pero una vez, descubrí, que si no todos, al menos uno de los reyes magos, ¡era la abuela! <br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0T68_IczDI/AAAAAAAAAl4/AcpHE0mGGgk/s1600-h/gregolsenlv0.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 248px; height: 320px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0T68_IczDI/AAAAAAAAAl4/AcpHE0mGGgk/s320/gregolsenlv0.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423735776906890290" /></a><br /><br />Sucedió que debido a la impaciencia, escribí mi carta (a instancias de la abuela) mucho antes del atardecer del 5 de enero, en la cartita que dejé en mi casa, manifesté que deseaba un muñeco, de esos llamados "bebote malcriado", eran muy reales. (Todavía lo guardo). En la otra carta, pedía una regadera de verdad, y un mortero de piedra... Entonces, noté, unas horas después, que había otra carta junto a la mía ¡los reyes me habían contestado! corrí al patio, y antes de abrir la nota, reconocí el papel... qué extraño, era igualito a las hojas de un cuaderno de la abuela... al leerlo decía, que para los reyes, era difícil conseguir un mortero de piedra, así que me traerían uno de madera o que les dijera si quería otra cosa.<br />Quedé perpleja, reconocí también la letra, ¡era la letra de la abuela! En ese momento levanté la vista y vi su rostro feliz contemplándome, no demostré sorpresa, oculté mis sospechas, jamás le dije nada, nunca. A pesar de haber descubierto, que los reyes solo me dejaban los regalos en mi propia casa, seguí sacando los zapatos al patio, y hasta los 14 años, dormí la noche del 5 de enero en casa de los abuelos.<br />Recordaba esto, porque encontré en unos de los cuadernos, algunas de mis cartitas, aún mi madre las guardaba.<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0T7ZBtmnOI/AAAAAAAAAmA/RmpzMLhJtKA/s1600-h/OLLAS.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0T7ZBtmnOI/AAAAAAAAAmA/RmpzMLhJtKA/s320/OLLAS.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423736258635930850" /></a><br /><br />A veces digo que ya no tengo espacio para tantos papeles y objetos viejos que heredé, pero cuando mi madre falleció, hace tres años, encontré entre sus cosas, cientos de recuerdos, lo que hago es usarlos, ya no los amontono por ahí, pues solo juntan polvo, ollas de barro, de hierro, manteles, carpetitas tejidas, cortinas, y hasta botones de nácar, con los que bordo almohadones y todo lo que se puedan imaginar, teteras, botellones, en fin, mi casa desborda de utensilios antiguos, que no los cambio por nada, pues con solo mirar un mantel bordado, por ejemplo, ya vienen a mí los bellos recuerdos de la infancia.<br />Como un viejo trozo de lienzo blanco, puro algodón, que me llevó a buscar esta receta, de lo que hoy podríamos llamar aceite esencial puro de laurel.<br /><br />"Para conseguir al momento, aceite bien oloroso de laurel, usé una taza de pepitas maduras o verdes pero de las grandes.<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0T8NtAQBrI/AAAAAAAAAmI/j7ilJTbPeyk/s1600-h/aceite-virgen-extra.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 214px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0T8NtAQBrI/AAAAAAAAAmI/j7ilJTbPeyk/s320/aceite-virgen-extra.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423737163610064562" /></a><br /><br />Ahora las he machacado mucho, y a la olla a hervir 20 minutos en dos tazas de agua.<br />Después dejo que reposen 2 horas y filtro, guardo el agua que también es buena.<br />Envuelvo las pepitas cocidas con el lienzo y presiono hasta que salga todo el aceite de color verde espeso y muy fragante.<br />Lo he guardado en un frasco de vidrio lavado con jugo de limón."<br /><br />Resulta que encontré el viejo trapo que usaba la abuela para hacer este aceite, que según ella era especial.<br />Hoy lo hice, y les aseguro que realmente es muy aromático y concentrado. Claro, este es un sistema que llaman "por presión", como hacen el aceite de oliva, por supuesto que mucho más artesanal y menos complejo... Sé que con este aceite, ella preparaba unos ungüentos, que ya buscaré la receta...Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-2711760246423235412010-01-05T04:47:00.000-08:002011-05-13T22:50:10.149-07:00apuntes 8<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0NqEFuOruI/AAAAAAAAAkw/QfGiKyXdoMM/s1600-h/huerto.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 235px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0NqEFuOruI/AAAAAAAAAkw/QfGiKyXdoMM/s320/huerto.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423294994772307682" /></a><br />Seguro que muchos recordarán el huerto de los abuelos. ¿por qué, era mágico? Y es que día a día, estación tras estación, podíamos ver en ellos crecer la vida, lo mejor de la naturaleza manifestándose en todo su esplendor, color y aromas. Siempre antes de las lluvias, no sé muy bien cómo, pero la abuela se las ingeniaba para que yo esté junto a ella, en ese espacio perdido entre hierbas y arrogantes macizos de azucenas. <br /> <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0NrRlZ98qI/AAAAAAAAAlQ/gFIVolkCK7w/s1600-h/VAM05615.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 167px; height: 144px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0NrRlZ98qI/AAAAAAAAAlQ/gFIVolkCK7w/s320/VAM05615.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423296326127186594" /></a><br /><br />Uno de los cuadernos, el que respeto como se respeta a los abuelos, despide ese olor a tiempo pasado, esos colores sepia, de las fotografías de antaño.<br /><br /> <br /><br />Hojearlo, es como mirar a través de una cortina tejida al "crochet", y volver a ver, entre hebras de algodón desteñido, la silueta inconfundible, encorvada hacia adelante, sosteniendo el sombrero con una mano, mientras que con la otra carga, la pesada y gruesa regadera de zinc...<br />Cuando llegaba a casa de los abuelos, era como transportarse a otro universo.<br /> <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0Nqb1G0ZXI/AAAAAAAAAlA/5A0cOEyfYh0/s1600-h/817osorio11.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 248px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0Nqb1G0ZXI/AAAAAAAAAlA/5A0cOEyfYh0/s320/817osorio11.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423295402628900210" /></a><br />Después de recorrer a pie varios cientos de metros entre eucaliptos, por un angosto camino de tierra, se llegaba a un portón de hierro muy grande, que parecía estar incrustado en un cerco de cipreses y ligustro, y a cada lado, como escoltándolo, el azarero y el jazmín. Yo veía aquel portón, desde la distancia, y ya el corazón se me agitaba, mientras podía contar cada uno de sus goznes y rejas retorcidas que formaban extrañas figuras, que me hablaban a veces y otras simplemente callaban...<br />Al traspasar aquella entrada, de siluetas que bailan, podía uno sentir el perfume de la casa. <br /><br />La casa olía a tierra húmeda y plantas, ya faltaba recorrer unos pocos metros, el sendero se internaba entre espesos matorrales de salvia, serpenteaba alrededor de los olivos para desembocar suavemente en el majestuoso patio de cemento y canto rodado. Allí todo era trinar de pájaros, siempre miraba hacia arriba, para descubrir los rayos del sol filtrándose entre las copas de los álamos plateados, mientras caía alguna hoja rojiza del alcanfor, agitado por el aletear de palomas. <br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0NqNf0MkMI/AAAAAAAAAk4/Gkg39Y9DuAE/s1600-h/11538157371.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 236px; height: 320px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0NqNf0MkMI/AAAAAAAAAk4/Gkg39Y9DuAE/s320/11538157371.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423295156395479234" /></a><br />Otro sendero y otro cerco, pero de lavandas, rosales y Áloes, otro portón, pero de madera avejentada... y aparecía allí, sonriente y con los brazos tendidos, la abuela, con su eterno delantal y su sombrero de rafia. Me besaba y murmuraba en mis oídos: "¡Rápido hija, que hay que preparar los aceites!"<br />Y justamente, en este cuaderno ajado, al que hay que tratar con mucho amor y cuidado, están las recetas de los aceites que hacía la abuela.<br />En aquellos años, no se conseguían como hoy, esencias, fragancias o aceites esenciales... Había que "inventarlos" o descubrirlos, como decía la abuela.<br />Ella aprendió la forma artesanal y casera de elaborar cada uno de los ingredientes "mágicos" para mí, que olían tan lindo y dejaban la piel suavecita...<br />Siempre me decía muy seria: "Hija mía, la naturaleza nos ofrece todo, la comida y su belleza, para quien sepa extraerlas, por eso siempre respétala."<br />Y así era. Receta:<br /><br /> <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0NqmM_56bI/AAAAAAAAAlI/vjcTzB1h-v4/s1600-h/42048002.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 237px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0NqmM_56bI/AAAAAAAAAlI/vjcTzB1h-v4/s320/42048002.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423295580841044402" /></a> <br /><br />"El Aceite de azucenas.<br />Siempre buscar, en otoño o invierno, los bulbos y raíces más grandes de la planta, con uno solo, he podido hacer 1 litro de aceite.<br />Que los he machacado muy bien en el mortero. Después echado dentro de un botellón de vidrio de boca ancha con 1 litro de aceite de girasol. Se calienta al sol media hora.<br />Hay que envolverlo con un trapo negro y guardarlo en lo oscuro 25 días. Hay que filtrarlo mucho, y se guarda dentro de una botella lavada con jugo de limón.<br />Sirve para los granos de la piel, picaduras y alergias.<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0Nta0Q61oI/AAAAAAAAAlg/oTuenKLUpM8/s1600-h/azucenas.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0Nta0Q61oI/AAAAAAAAAlg/oTuenKLUpM8/s320/azucenas.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423298683757844098" /></a><br /><br />Las flores se cortan a la noche, cuando más se huele el perfume. Uso solo los pétalos de 4 flores en un cuarto de aceite de oliva.<br />Que lo dejo macerar 3 o 4 días y lo filtro y que luego le he echado la segunda flor, y 3 días más reposar, lo filtro y le echo la tercera flor y dejo descansar 3 días más, lo filtro y le echo la cuarta flor, 3 o 4 días y ya está.<br />Se filtra muy bien y se guarda en frasco lavado con jugo de limón, pero seco, solo el aceite.<br />Este aceite es muy bueno para la piel delicada".<br /><br />Transcribo tal cual está escrito en el cuaderno, con faltas tal vez de ortografía o con errores de sintaxis. Tal vez me anime, amigas mías, alguna vez, a fotografiar sus páginas, porque ya he comprendido que todo fue escrito para su nieta, y eso gracias a ustedes, que me hicieron volver a leerlos y a amar lo que ella hacía. Seguramente, pensó que yo algún día lo comprendería y dedicaría algún tiempo a disfrutar de lo que hacíamos juntas también durante mi infancia y adolescencia. <br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0Ns7mYFhVI/AAAAAAAAAlY/75omroOdOY0/s1600-h/am_43168_1248987_752389.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 257px; height: 320px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0Ns7mYFhVI/AAAAAAAAAlY/75omroOdOY0/s320/am_43168_1248987_752389.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423298147453863250" /></a><br />Cuando lean esto, recuerden en qué época fue redactado, traten de imaginar cada momento de su vida, tan distinta a la nuestra. ¿Tan distinta?<br />Hoy tomé una determinación, si tengo una nieta, le transmitiré a ella todo esto que me dejó la abuela, pero en caso de que no sea así, al menos se, que ustedes algo tomarán de lo que ella me enseñó.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-10747583922341187112010-01-03T18:15:00.000-08:002011-05-13T22:55:55.718-07:00apuntes 7<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0FQiIfWu0I/AAAAAAAAAjw/-4NMQtIBlAE/s1600-h/obra_new_sol_en_la_cerca.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 276px; height: 320px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0FQiIfWu0I/AAAAAAAAAjw/-4NMQtIBlAE/s320/obra_new_sol_en_la_cerca.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5422703973655558978" /></a><br /><br />Han pasado las Fiestas. Ya recibimos el nuevo año, y en esta región del planeta, el verano está a pleno.<br />El calor invita a madrugar mucho, para realizar las tareas de la casa con "la fresca". Comencé a cosechar hierbas, flores de lavanda, manzanilla, semillas de amapola y cilantro... Y aprovecho en las largas y calurosas siestas, para leer los cuadernos de la abuela. Es inevitable soñar, los recuerdos, a veces vienen en sueños. En una página muy ajada, encontré una lista de hierbas cultivadas por la abuela, y entonces volví a pisar ese suelo oloroso y blando, rodeado de una cerca de madera "encalada", al oeste la puertita azul, al abrirla, uno se encontraba con un pequeño claro, de tierra apisonada y algunas baldosas, allí estaban las herramientas y la regadera de zinc junto a algunas macetas de barro, allí me sentaba, mientras ella cortaba flores de lavanda y violetas. La abuela me contaba que en España, su madre le había enseñado a cuidar de algunas plantas del jardín, cuando era muy niña, se hizo cargo de una planta de violetas, y de un cerco de lavanda, debía regarlos a diario. Por eso también a mí me inculcó el amor por los jardines y los huertos.<br />Entonces yo tendría unos siete años de edad, y los amaneceres entre esa cerca, me sorprendieron muchas veces quitando maleza, o atando ramilletes de flores, mientras la abuela, perdía la vista en el cielo largo rato, ensimismada quien sabe en que pensamientos... u otros recuerdos...<br />Y leí esto:<br />"Hierbas aromáticas y medicinales:<br />Tomillo, orégano, salvia, romero, manzanilla, borraja.<br />Lavanda.<br />Flores, amapolas, rosas, violetas, azucena (cortar los bulbos para el aceite)<br />Preparar los atados para el secadero".<br />¡No pude evitar dar rienda suelta al llanto! Lo había olvidado por completo. Cuando reconocí la letra, recordé aquella mañana en especial.<br />Era verano, y la abuela me llevó a la huerta justo antes del amanecer, porque así debía ser, las hierbas se cortan a esas horas -decía- ella llevaba puesto su eterno delantal de algodón, un sombrero de rafia (que guardo en el baúl) y enormes tijeras.<br />Cruzamos el patio, grande y cuadrado, de cemento, rodeado de árboles, álamo, laurel, alcanfor, sauce, tilo y un cedrón. Más allá la galería con sus glicinas y el parral, a paso vivo, la abuela me llevaba de la mano, mientras yo cuidaba de no perder el cuaderno, que asomaba de una bolsa tejida, que se balanceaba en el extremo de un cordón asido a mi cintura. <a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0FR5qxCgVI/AAAAAAAAAj4/_jyVgunfves/s1600-h/am_18559_632273_653040.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 320px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/S0FR5qxCgVI/AAAAAAAAAj4/_jyVgunfves/s320/am_18559_632273_653040.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5422705477505155410" /></a><br />Yo miraba mis pies que marchaban al lado de los pies de la abuela, intentando contar los pasos, ¡pero la abuela caminaba siempre tan rápido!<br />Cuando llegamos al huerto, cantaban los pájaros, empujé yo la puerta azul, y otra vez descubrí aquel lugar mágico, con ojos de niña, todo es más grande, los colores más brillantes, los aromas más dulces. Me senté como de costumbre en la entrada, en un banco de madera, mientras la abuela, se internaba entre los caminos de ladrillo que custodiaban las hileras de lavanda, tomillo... en el otro extremo los rosales, junto a una bomba de agua (también la guardo, atesorada en mi propio jardín). De a ratos solo veía su sombrero de rafia, y escuchaba su voz, que me dictaba: "Hierbas aromáticas y medicinales: tomillo, orégano, salvia, romero, manzanilla, borraja. Lavanda.<br />Flores, amapolas, rosas, violetas, azucena (cortar los bulbos para el aceite)<br />Preparar los atados para el secadero".<br /><br />Y hoy, justo antes del amanecer, corté la lavanda, y preparé los atados para secar.Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-85436613546465997932009-12-30T20:14:00.000-08:002011-05-13T22:56:57.489-07:00apuntes 6<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/Szwq2y_W7yI/AAAAAAAAAjo/nPwHe9v-25A/s1600-h/03-11-09_144201_e08432.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/Szwq2y_W7yI/AAAAAAAAAjo/nPwHe9v-25A/s320/03-11-09_144201_e08432.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5421255172336054050" /></a><br /> <br />Hola! qué días tan ajetreados, ¿verdad?<br />Estaba pensando que cosa podría regalarles de todo corazón y desde la distancia... y entonces recordé, una receta de jabón de navidad, la abuela hacía una, que regalaba a la medianoche del 24 de diciembre, una costumbre que las tías esperaban, pues era un jabón increíblemente aromático, en épocas, allá por los 50 y tantos en que el jabón no era asociado al perfume.<br />Busqué esa vieja receta en sus cuadernos, y todo un mundo de ensueño vino a mi mente (y anidó de paso en mi corazón) Pensaba hacer una siestita, aprovechando que la casa está silenciosa y oscurita, acá es verano, y ya hace demasiado calor. En fin, abrí el baúl y me topé con una bola del arbolito, de esas de antes, de vidrio muy finito, sobreviviente del viejo arbolote de navidad de mis abuelos. Y aquí mis recuerdos...<br />Ya desde el 8 de diciembre, la casa de mis abuelos se "trastornaba". Era el día de trapear, pasar escobas y plumeros por todos los rincones, mientras escuchábamos el estruendoso "Westinghouse" del abuelo, un viejo radio fonógrafo.<br />Cada año, ese día desde muy temprano, mi abuela trepaba a una escalerilla, hasta el altillo (otro habitáculo que me sorprendía e intimidaba a veces) bajaba entonces con sumo cuidado, una, para mi, enorme caja blanca, además de otros trastos que sacudíamos y volvíamos a poner en su sitio.<br />Pero esa caja, se quedaba abajo. Era colocada sobre la gran mesa del comedor, y los abuelos y mi tía menor, la rodeábamos en silencio, un largo rato, era el ritual pagano más religioso que se puede imaginar. Yo era pequeñita, y miraba los rostros de todos, complacientes, felices, dispuestos al gran acontecimiento que se avecinaba.<br />Entonces, despacito, los honores los hacía el abuelo, abría la caja, ¡y yo sentía latir mi corazón tan fuerte!<br />La abuela ahora rápidamente, traía un mantel tejido, lo estiraba, y para mi era como la capa de un duende, porque veía salir destellos de todos los colores, en las manos de mis abuelos y de mi tía. Pronto las bombillas del arbolito, grandísimas, brillantes, estaban sobre la mesa, junto con metros de luces doradas y rojas. Amí se me permitía solamente tocar algunas, porque eran tan frágiles y yo tan pequeñita...<br />El rincón del arbolito de navidad, había sido acondicionado para la ocasión, era especial, alli el techo era considerablemente más alto. Claro, mi padre me contó que el día que el abuelo trajo aquel árbol, cuyas ramas eran de pluma teñidas de verde, que le daban un realismo maravilloso, fue todo un desafío "edilicio".<br />El árbol en cuestión, medía 3 metros de altura (¿qué por qué tan grande hombre? gritaba la abuela)<br />El árbol viajó quién sabe desde dónde, sobre el techo del auto del abuelo, envuelto en papel marrón, era algo impresionante. Lo depositaron en la galería, y todos, deliberaban sobre los por qué, los cuándo, y por sobre todo, deliberaban sobre los "¿cómo? <br />Así que la abuela, tomó la decisión drástica, entró a su cocina, salió con una enorme cuchilla, y dijo tranquilamente: "hay que cortarlo".<br />Y así fue, dice mi padre, lo cortaron a la mitad, y a partir de allí, cada año, debía ser colocado en aquel rincón, unido una vez más en todas sus tres metros de altura...<br /><br />Volviendo a la mesa con los adornos de navidad. La estrella, roja y blanca, subía junto a mi abuelo por la escalerilla, hasta la punta del árbol, a partir de allí, la tía, la abuela y yo, nos hacíamos cargo de todo lo demás, hasta que el árbol quedaba bien lleno, rebosante de adornos, color, brillo, entonces, yo ayudaba a preparar la nieve.<br />Bolsas de algodón eran abiertas, hacíamos tiras con él y lo colocábamos sobre cada rama, simulando a la perfección, la nieve que reposa sobre los pinos.<br />Al final, la abuela se alejaba un poco, y miraba, después de varios retoques, llamaba al abuelo, él instalaba el complicado sistema de luces...<br />Para entonces, la tía había guardado todo silenciosamente, también silenciosamente, preparaba la mesa para el almuerzo un poco tardío.<br />Era el momento de la oración.<br />Bueno, pero yo quería darles la receta del jabón...<br />Aquí va, no les dije que su ingrediente principal es, el sebo, grasa vacuna.<br /><br />800 grs. sebo de vaca<br />800 cc agua de lluvia<br />112 grs. soda cáustica<br />80 grs. sal común.<br /><br />2 cucharadas de cacao amargo en polvo.<br />2 cucharadas de ac. de almendras dulces<br />10 gotas de esencia de vainilla.<br />Una rama de vainilla machacada finamente.<br /><br />Se hace el jabón, proceso en frío, pero como lo hacía la abuela, usando el agua caliente. Al final, en la traza se le agrega el cacao previamente mezclado con el ac. de almendras dulces, se mezcla muy bien, se le echan las gotas y la rama machacada de vainilla.<br />Y al molde. La abuela lo hacía con tres meses de anticipación, yo lo he hecho, y les aseguro que pasan los días y el jabón es más oloroso. Buena espuma y bueno para la piel.Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-39680201531871276892009-12-30T19:52:00.001-08:002011-05-13T22:58:11.688-07:00apuntes parte 5<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/SzwkFRoyuRI/AAAAAAAAAjA/B9SUZd1yK8w/s1600-h/mirando-ventana.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 320px;" src="http://2.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/SzwkFRoyuRI/AAAAAAAAAjA/B9SUZd1yK8w/s320/mirando-ventana.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5421247724499679506" /></a><br />Y yo ahora miro la lluvia golpeando el cristal de las ventanas, mientras mecánicamente machaco, en el viejo mortero de piedra, pellejos de cáscaras de nuez y me miro los dedos manchados.<br /><br />Tres tazones de aceite de oliva (equivale a 1 litro)<br />Tres tazones de agua de lluvia<br />140 gramos de soda cáustica<br />Dos cucharadas de extracto de nogal (el que hacía la abuela, era al vapor, que mezclaba luego con aceite caliente y dejaba estacionar)<br />Dos cucharadas de aceite de almendras.<br /><br />Mientras revolvía el agua caliente con la soda cáustica (esto lo hacía en la galería, mientras cantaba canciones sobre una guerra, hablaban de una novia que muere de tristeza creyendo a su amado muerto en la batalla, él ruega un permiso que le niegan y cuando vuelve ella ya hace tiempo fue enterrada. Muchos años después supe, por qué la abuela canturreaba esas canciones tan tristes, cuando hacía jabón.<br />Durante más de una hora, daba vueltas y vueltas dentro de la olla, con una hermosa cuchara de madera de higuera, ella misma la fabricó con una rama del árbol. (Aún la guardo, como uno de los tesoros más preciados)<br />Las cáscaras que machaqué, estaban casi deshechas, entonces la abuela me hace una seña, sin dejar de cantar. Yo ya sabía lo que debía hacer.<br /><br />Busqué las ollitas de acero, a la primera le puse agua, dentro una piedra y sobre la piedra la otra ollita. Esparcí los pellejitos de nuez dentro del agua, y salí a la galería, ya estaba encendida la cocina a leña. Otra seña de la abuela y encontré el hielo.<br /><br />Seguí las indicaciones del cuaderno...<br /><br />“...una vez que el agua comienza a hervir, coloco la tapa encima pero al revés, le he echado los trozos de hielo a la tapa. Espero, cuando se derriten, vacío y otra vez que le he echado más hielo, así una hora..."<br /><br />Esto es un proceso muy simple. El agua donde están las cáscaras de nuez, al hervir suelta junto con el vapor sus aceites y propiedades, este vapor llega hasta la tapa, y al chocar contra su superficie helada, se condensa y cae dentro de la segunda ollita, al cabo de una o dos horas, hemos juntado una buena cantidad de lo que mi abuela llamaba extracto. Lo preparaba luego en aceite de almendras caliente y al cabo de unos días, lo envasaba.<br /><br />Cuando terminé, la abuela ya estaba preparando un molde de madera, era un cajón, muy lustrado y cuyo olor tan particular no lo he encontrado en ningún otro objeto que no sea mi viejo baúl.<br />Con el cabello alborotado luego de quitarse el pañuelo, rápidamente colocaba trapos sobre la mesa, en el caforchi ya los aromas se habían impregnado en todos los rincones. Con cuidado, preparamos el molde, dentro también colocamos un lienzo. Trajimos la olla de barro, que contenía una pasta muy blanca y cremosa. Ya estaba con una buena traza, así que la abuela, tomó un pequeño frasquito color ámbar de una caja de latón, y lo abrió, primero lo olió largo rato... así era ella, en ese lugar trabajaba sin prisas, después de aprobar con un fruncimiento de nariz (graciosamente respingona), midió una cucharada de alpaca, luego dos, las echaba en un pequeño medidor de cristal, una especie de vasija en miniatura, luego, segura y satisfecha, cuchara de madera en mano, me miraba y solemnemente me pedía que vuelque yo, el extracto a la olla. Mientras ella mezclaba todo. Repetía la operación, esta vez, con el aceite de almendras.<br /> <br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/SzwgCL11G-I/AAAAAAAAAi4/-MDfaNOdmpg/s1600-h/jabon.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 240px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/SzwgCL11G-I/AAAAAAAAAi4/-MDfaNOdmpg/s320/jabon.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5421243273357630434" /></a><br /><br />Eso era todo, solo restaba echar el jabón al molde y ponerlo a resguardo las próximas cuarenta y ocho horas, tiempo en el que me invitaría, al ritual de cortarlos y trasladarlos para su curación. Eso era en el sótano, pequeño pero reluciente, de paredes encaladas, el piso y el techo eran de madera. De un lado las conservas, del otro, jabones, solo los de baño, ya que para el lavado de ropa, eran procesados con calor, por lo que solo los dejaba en la galería unos días aireándose.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-73619514923068170342009-12-30T19:47:00.001-08:002011-05-13T22:59:00.041-07:00apuntes 4<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/Szwe-P1Y2DI/AAAAAAAAAio/tPi0_5I96Sg/s1600-h/la+abuelac_e5c7e0.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 305px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/Szwe-P1Y2DI/AAAAAAAAAio/tPi0_5I96Sg/s320/la+abuelac_e5c7e0.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5421242106198415410" /></a><br /> <br />Y otra vez la magia. Entrar allí, ese día lluvioso, oscuro, y ver a mi abuela más sonriente, transformada, con su eterno delantal de cocina color azul, trapeando los estantes, el escritorio, los pisos. Yo, con la mirada fija en un solo objeto: el viejo, pesado, enorme y feo mueble, esperando ansiosa que mi abuela abra esas cadenas y libere los aromas de los frascos, tarros y cajones. ¡Al fin! Me dice, ahora muy seria: "ahora, vamos a hacer jabones".<br />Enciende más luces, y observo sobre una mesa, cientos de cascaritas de nuez, ese pellejito que cubre el fruto, que me mancha los dedos cuando los coloco en el mortero para machacar. La abuela va a hacer, jabón de nogal, para Telva, que tiene problemas de piel, lo que llamamos dermatitis.<br /><br />Sigo releyendo las hojas amarillas del cuaderno, algunas tachaduras en las tareas de cada día, porque claro, a veces no era tan fácil designar entre los hijos mayorcitos quién haría tal o cual cosa. En los varones recaían los mandados y la huerta, en las niñas ayudar en la limpieza, y todos debían ir por la mañana a la escuela.<br />La abuela a las cinco de la mañana, ya estaba lavando la ropa, a las seis y media, el abuelo al trabajo, a las siete y media el desayuno y los niños a la escuela. Entonces, ella se convertía en reina.<br />Más de tres horas pasaba la abuela, solita en el caforchi, haciendo aceites, jabones, secando hierbas...<br /><br />Cuando esa tarde me anunció que haríamos jabones, mi felicidad fue total. Hacer jabones significaba, y aquí va lo que el cuaderno dice:<br /><br />"No olvidarme, de ponerme los guantes, el pañuelo en la boca y en la cabeza y abrir las ventanas.<br /><br />En la caja grande está la manzanilla seca, voy usar el aceite de romero y el extracto de ruda.<br />Poner la olla con el agua a calentar..."<br /><br />Y siguen las explicaciones y la receta. Pero ahora estamos en el caforchi con la abuela.<br />Cuando abre las puertas de su mueble, lo hace lentamente, está cerrado con cadenas y candados. Por supuesto, siguió con la costumbre aún cuando sus hijos crecieron y se marcharon, a pesar de que jamás permitía que entraran allí de pequeños, había que tomar muchas precauciones para evitar cualquier accidente ya que allí también se guardaba la soda cáustica.<br />Olvidé contarles que detrás de este salón, había una galería, con un modesto y tímido parral que daba sus buenos frutos, pero también servía de secadero de hierbas, ¿podrán imaginar el aroma? En tiempos de la lavanda, era maravilloso, y como en el huerto había tanta variedad de plantas aromáticas, ¡era realmente como estar en un mundo de ensueño! y no quiero olvidarme de la gigantesca glicina, trepada a un resignado sauce, en primavera el perfume era embriagador.<br />Y entonces la abuela saca del mueble ollas de barro, cuencos, cucharas, trapos, frascos, cajas, bolsitas de algodón con flores secas, hilos... ella sabe que a mi me gusta ver todo eso, así que coloca unas gotas que huelen a violetas, tras mis orejas y en la frente, sonríe, abre cajas repletas de jabones para la ropa, los mira, los cuenta... "uno, dos, tres, nueve... falta uno... ah... se lo di a Carmela..."<br />Son los preparativos, previos, al comienzo de la tarea. Se coloca los anteojos, frunce la nariz, lo huele todo. Heredé también ese gesto, oler y fruncir la nariz con deleite...Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-19584657777156227962009-12-30T19:44:00.000-08:002011-05-13T23:00:23.139-07:00apuntes parte 3<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/Szwemz5-g2I/AAAAAAAAAig/p0iXf6sltME/s1600-h/cuadernos_28639a.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 119px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/Szwemz5-g2I/AAAAAAAAAig/p0iXf6sltME/s320/cuadernos_28639a.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5421241703564477282" /></a><br />Hoy libré de los polvos algunos de los cuadernos, los de la adolescencia de mi abuela, eran simples resmas de papel encolado... luego mi abuelo, los rescató y los encuadernó, por eso todos son diferentes en tamaño, color y formas. Aquí van algunos, perdonen, pero al tomar la fotografía, las lágrimas no me permitieron hurgar más allá de la superficie del viejo baúl, y apenas pude sacar de ese arcón que descansa a los pies de mi cama, tres cuadernos y una caja, la que mi abuela fabricó la navidad del 60 para regalar jabones y una toalla bordada con sus iniciales a mi abuelo, con una tarjeta, que ya les mostraré (me contaba mi abuela, que el abuelo, siempre dejaba sus huellas de tinta en todas partes, él escribía mucho, y se ensuciaba las manos, además de trabajar en una imprenta).<br />(Foto) Esa pequeña cajita, tiene dentro una fragancia casera de violetas, su composición es todavía un misterio para mí, pero cierra herméticamente, por lo que aún desprende un suave aroma.<br />El cuaderno abierto muestra en sus últimas páginas, retenido en el tiempo, un ramillete de lavanda, (con su historia) es lo que quedó, luego de más de 40 años perfumando el papel, ya no huele a lavanda, la planta que conocemos, sino que adquirió un nuevo aroma, ese que exhalan los años cuando salen de la prisión de los recuerdos. Seguro les gustaría ver el interior...<br /><br /><br />Y si contarles todo esto, ayuda a que ustedes también recuerden y se emocionen, mejor aún.<br />El mundo de los abuelos, siempre me pareció mágico, creo que estas épocas eso se fue perdiendo.<br />Por ejemplo, mi abuelo paterno era mágico, simplemente, porque no lo conocí, solo a través de mi padre, sé que se fugó de Portugal siendo un jovencito, y aquí se casó, trabajó y transmitió su cultura.<br />Mi abuelo materno, italiano, lo tuve hasta mis 23 años, yo ya estaba casada, pero el vínculo entre nosotros era mágico. Él escribía poesías, vivía encerrado un una habitación mágica (entiéndase que así lo veía en la infancia, y hoy en el recuerdo)<br />Y ahora recuerdo algo, en uno de los cuadernos de la abuela, ella escribió extensas actividades del día, era seguramente otoño (rara vez detallaba fechas) pero supongo que esa sería la estación de entonces, ya que hablaba de días lluviosos y la recolección de nueces, eso aquí lo hacemos en marzo y abril.<br /><br />"No olvidar pasar a buscar las bolsas para guardar las nueces a lo de Ceferino. Que vaya Jorge.<br />Hoy le toca a Susanita y Dora cosechar, a Juan pelar las nueces.<br />Limpiar el "caforchi" para preparar los aceites."<br /><br />El "caforchi", llamada así por mi abuelo, era esa habitación mágica e increíble. Era un lugar muy espacioso, estaba como escondido, simulado tras las puertas de un placard, tenía a ambos lados extensos ventanales, otra puerta que salía al huerto, y al fondo muchos estantes de madera pintada de blanco. Allí estaba la vieja radio, y sobre un mueble muy pesado, de enormes puertas cerradas con cadenas, una urna con los restos de mi bisabuela paterna. Solo entraban con permiso allí, mis abuelos... y yo. Nadie más. ¿Entienden por qué era mágico?<br />Durante las tardes lo ocupaba el abuelo, tenía un pequeño escritorio, sobre él su máquina de escribir y muchos tarros de tinta, y por supuesto montañas de papeles. En los estantes libros. Cuando estaba con él, dejaba de escribir y me hablaba, me aconsejaba que cumpla con mi sueño de ser escritora, o terminaría como él, publicando en diarios locales anónimamente...<br />Pero, volvamos al cuaderno de la abuela, porque ese día había escrito también:<br /><br />"Cocino hoy, tallarines con mejillones."<br />Los mejillones los traía mi tío el mayor...<br />Ese día, la enorme mesa del comedor, se llenaba de fideos recién amasados. El tuco era rojo y fragante. Comíamos a las 12 hs. exactamente, éramos más de veinte entre parientes y algún vecinito. A las 14 hs. Cada uno a sus tareas, ya estaba todo limpio.<br />¡A limpiar el caforchi!Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-47905635368397565932009-12-30T19:17:00.000-08:002011-05-13T23:00:56.364-07:00Apuntes parte 2...<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/Szwd1fygKiI/AAAAAAAAAiY/GlMxZtsu0MY/s1600-h/jarron_1a9e25.JPG"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 240px; height: 320px;" src="http://4.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/Szwd1fygKiI/AAAAAAAAAiY/GlMxZtsu0MY/s320/jarron_1a9e25.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5421240856350829090" /></a><br /><br />Tengo un baúl, antiguo, con él viajaron en barco mis bisabuelos desde España, ya que sus padres, (padres de mi bisabuela que aún vivía en Galicia con su esposo y mi abuela muy pequeña) habían adquiridolo tierras en el norte de Argentina, y les pidieron que vengan a reunirse con ellos)<br />He restaurado el baúl, y si bien por dentro es de madera, increíblemente jamás encuentro allí vestigios de humedad.<br />Hay 21 cuadernos guardados allí, junto a objetos que pertenecieron a mi abuela y bisabuelos, ella fue hija única, y siempre guardó todo... lo mismo que mi madre, y ahora yo.<br />En cuanto a los secretitos, en realidad son anotaciones de "correcciones" en sus recetas, por ejemplo, qué hacer si el color verde se puso marrón, en fin, qué hierba utilizar para obtener un lindo verde...<br />Era fanática del jabón de castilla, siempre utilizó el aceite de oliva, y el agregado de hierbas y ac. e. Todo muy, muy natural.<br />Usaba, desde tomate, romero... hasta ajo...pino... vides, hacía todas las anotaciones de sus "experimentos", si les parece bien, puedo ir transcribiendo esas páginas de sus cuadernos, me emociona la idea de compartir eso con ustedes, a ella le hubiera encantado y tal vez a ustedes les sirva.<br /><br /><br />Hoy es un día gris, han notado seguro el cambio climático, pues en esta parte del mundo se acerca el verano, y despedimos una extraña primavera, días muy fríos, luego alzas bruscas de temperatura, oscilaciones entre 7 grados a 35 grados en apenas 24 horas...<br />No fue lo ideal para jabonear, por ejemplo, los jabones líquidos que elaboré, no han sido de los mejores.<br />Quiero contarles algo, respecto a la elaboración de aceites, por supuesto que en los albores de la década del 50, tengan en cuenta esto e intenten situarse por aquellos inviernos.<br />Elegí un cuaderno de mi abuela al azahar. Es de tapa gris y hojas amarillentas. En la primer página dice (escrito de puño y letra por la abuela)Lo que he notado (aunque aún no leí todos los cuadernos) es que cuando escribía sus recetas, parecía que anotaba hasta sus dudas, errores y pensamientos, tal vez porque como mucho de nosotros, no tenía con quien compartir en realidad su pasión por los jabones, así que para ella escribir, era como contar lo que hacía a un ser invisible e imaginario que entendía lo que ella estaba haciendo.<br /><br />“lista del mandado.<br />3 latas de aceite de oliva. 1 bolsa de sosa cáustica molida. 1 rama de vainilla. 1 lata de bicarbonato. ya mandé a Ernesto.<br />No olvidarme de desenterrar el botellón antes del 23 de mayo."<br /><br />Y sigue una lista de tareas a realizar en el huerto. Pero me detengo en esto que tal vez a ustedes también llamó la atención. "desenterrar el botellón".<br />En las siguientes páginas de este cuaderno, dedicado casi exclusivamente a las anotaciones referidas, a la elaboración de aceites, encuentro la receta del aceite de laurel. Esta es, la transcribo tal cual la ha escrito la abuela:<br /><br />“1 litro de aceite puro de girasol. 2 tazones de pepitas de laurel que deben estar bien maduras y pasadas por mortero.<br />Ahora coloco las pepitas machacadas hasta que den asco, en el botellón y luego hecho el aceite, lo he tapado con corcho y laca. A que lo he enterrado en el huerto durante 21 días. Luego lo he desenterrado, colado muy bien el aceite con la malla y al botellón. Y vuelta otra vez a la tierra por 1 mes. Desenterrar. Y pasar el aceite a otro botellón lavado con jugo de limón y bien seco. Tapo con corcho y guardarlo en lugar oscuro."<br /><br />Así explicaba los paso a paso la abuela, en una especie de "tutorías" muy particular. Después, escribía sobre un gusano que se estaba comiendo sus membrillos y a los que exterminó preparando una jabonada con tabaco de pipa. Seguramente la madre de la receta para matar pulgones de la rosa.<br />Otros aceites, de romero, tomillo, manzanilla, con sus anotaciones específicas de para qué era cada uno. Una hermosa curiosidad, ella con sus 10 hijos y un marido que cuidar, preparaba primorosamente un jabón diferente ¡para cada uno de ellos! pues eran alérgicos unos, de piel grasa o seca otros... y a mi abuelo, recuerdo el jabón para afeitar, era azul, con fuerte olor a lavanda. El de ella era con fragancia a violetas, aroma que amaba, lástima que yo nunca pude hacerlo, ese era el aroma de mi abuela, en sus cabellos violetas, en sus manos, esa fragancia a limpio, a sol, a huerto...<br />Besos a todos, y gracias por comprenderme y querer compartir conmigo esto.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-668555075477230099.post-7745933460910448942009-12-30T19:06:00.000-08:002011-05-13T23:02:34.949-07:00Primeros apuntes...<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/SzwUcvIUNwI/AAAAAAAAAiI/1X2wng9OzNE/s1600-h/jabon%2520casero11.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 177px; height: 171px;" src="http://1.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/SzwUcvIUNwI/AAAAAAAAAiI/1X2wng9OzNE/s320/jabon%2520casero11.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5421230535367472898" /></a><br />Mi bisabuela española, dejó sus recetas y secretitos sobre la elaboración de jabones. Me regaló uno, que data de 1950 aproximadamente, está muy seco, pero aún tiene ese aroma a ropa limpia, si el sol tuviera perfume, creo que sería este que desprende apenas ese pedacito de reliquia, si uno lo humedece. Guardo muchas, muchísimas, como le dicen por España, "pucheros" ¿verdad?, viejas ollas de hierro, teteras, jarras... objetos antiguos con tanta historia, que parecen murmurar y exhalar suspiros cuando les quito el polvo.<br /><br /><br />Lo que quiero contarles, es que aquí nadie comprende lo que hoy hago con tanto placer. Ni siquiera mi familia, que me observa "resignada", pasar horas en el huerto, o entre botellas y frascos, o... revolviendo los aceites con entusiasmo.<br />Cultivo hierbas y árboles medicinales, elaboro los aceites que utilizo, me encantaría poder compartir con ustedes esta afición, ya que en mi entorno, nadie más la tiene.<br />¿Estaré un poquito loca?<br />Mi abuela, vivía con sus padres y abuelos, todos españoles, en una estancia al norte de mi país.<br />Ella desde chica observaba como se hacía el jabón. Me contaba que una vez al mes, una señora encargada de la limpieza, en una enorme olla, derretía primero grasa, sebo, luego, esa grasa era hervida junto a la soda cáustica, un día entero le llevaba a esta mujer, elaborar los jabones. Eran muy rústicos, pero tenían olor a limpio. Se usaba para la ropa y también para el baño.<br />Como sus abuelos, (gallegos) se dedicaban a la elaboración de aceite de oliva, su mamá (mi bisabuela)<br />Utilizaba el ac. de oliva para suavizar el jabón.<br />Cuando ella fue mayorcita, comenzó a experimentar también con la oliva, siguió los consejos de su mamá, y utilizó hierbas para perfumarlo, manzanilla, romero, tomillo, tilo y hasta la cáscara de la nuez. Estudió pupila en una escuela de monjas, en esos años, las señoritas aprendían a realizar las tareas de "la casa", ella en vez de especializarse en costura, tejido o cocina, decidió dedicarse los jabones...<br />Escribía sus recetas. El primer jabón que hizo, fue el de Castilla, de aceite puro de oliva.<br />4 y medio litros de agua, 4 y medio litros de aceite de oliva virgen, 1 Kg. de sosa. Al final medio litro de ac. de almendras puro. Una taza de infusión de hierbas fuerte. (A veces de yerba mate)<br />En el internado, las monjas la dejaron a cargo de la "fábrica de jabones", allí había un muy surtido huerto y árboles medicinales, esto era en la propia capital, Buenos Aires.<br />A los 17 años se casó, abandonó el convento, pero siguió con la pasión por los jabones.<br />Escribió muchos cuadernos que heredé, hace solo 9 años que se fue, a los 80 años de edad.<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/SzwUHiHWugI/AAAAAAAAAiA/a_zlUrFYjlk/s1600-h/cocina.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 300px; height: 225px;" src="http://3.bp.blogspot.com/_wxcWv5q0Ohc/SzwUHiHWugI/AAAAAAAAAiA/a_zlUrFYjlk/s320/cocina.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5421230171096529410" /></a><br />Descubrí que también es mi pasión, apenas el año pasado.<br />La base de mis jabones es la misma, nunca experimenté con variedad de aceites.<br />Los ac. yo los agrego al final de la preparación, pues me parece que conservan mejor así sus propiedades.<br />Salvo el tipo alepo, que utilizo también el de laurel.<br />Mi abuela casi siempre adoptaba el proceso en caliente, pues le gustaba que en pocos días pudiera ser usado el jabón. Tal vez por ello se ve tan lindo el que me dejó, aunque esa pastilla pesaba unos 300 gramos y hoy se redujeron a 60.<br /><br />Poseo algunas ollas de hierro que son herencia de mi abuela, las uso para hacer refundidos de jabón, y un viejo mortero de madera, era de la abuela de mi esposo (gallega) y con ella machaco el fruto de laurel para realizar el aceite. Como ven, me encanta combinar lo antiguo con la elaboración de los jabones. En otra ocasión les mostraré mi cocina de campo, convertida en el refugio para experimentar con los aceites y lejía...<br /><br />Los secretos de la abuela... ¿si se los cuento, dejarían de ser secretos?Unknownnoreply@blogger.com4