recuerdos

Todo lo aquí expuesto, son los recuerdos vistos con ojos de la infancia. Las imágenes son solo ilustrativas, salvo las que lleven algún tipo de especificación. Deseo que este blog, sirva para evocar también vuestros recuerdos... si así fuera, dejen su comentario y compartámoslo. Gracias.

Apuntes 17



Al fin seré abuela, nacerá mi nieta en pocos días…
Todo lo que soñé vivir junto a ella, tal vez podrá hacerse realidad, quien sabe, en este nuevo siglo, parece no haber lugar para las abuelas y los huertos…
Demasiado tiempo, ejerciendo una profesión que me alejó de mis recuerdos, de las ilusiones y de las viejas maneras.
Hoy redescubro, en plena “revolución tecnológica y del saber”, que mejores los “saberes” de antes y sus valores “fuera de moda”, están aquí mismo, en la tierra, en el aire, en ese espacio remoto que nunca estuvo vacío, sino siempre ocupado, por aquellos, los que fueron, amaron, juzgaron, hicieron...".
¿Y cómo deshacerse de todo eso, sin perder de vista el objetivo de vida?

Moví hace apenas unos instantes, el baúl de su sitio, lo noté muy pesado, imaginé algo sobre aquel dicho de que la vida es como una mochila que se lleva a todas partes… imaginé aquella bolsa misteriosa de las películas de Luis Buñuel, que algún personaje extraño carga siempre sobre sus hombros.
Entonces, cada año de mi vida cayó sobre mí, como un mazazo, y fueron muchos…
Todavía no inicia el invierno, hace un año que comencé a relatarles mis recuerdos, y hay muchas razones para seguir haciéndolo.
Algún día debería vaciarlo, quitar lo que hay dentro del baúl, para poder apreciar todo lo que contiene, pero no lo hago, porque temo descubrir que el baúl deje entonces de ser ese espacio remoto que nunca estuvo vacío, sino ocupado por mis recuerdos.
Vuelvo a abrirlo, y el aroma es aún más intenso. Recuerdo entonces a la abuela en su cocina, siempre activa.
Aquella mañana en especial, estaba muy seria. La observo, a través de un pañuelo arrugado, hecho un bollito en un rincón oscuro, aplastado contra la tapa de un cuento infantil.
Recordé la historia, era sobre una niña española que quería tocar las castañuelas.
Una vez les pedí a mis padres que me compraran castañuelas. Era muy pequeña, así que creo que no tomaron muy en serio mi deseo (ahora que lo pienso, debí agregarlo a la nota para los reyes magos ese año…)
Recuerdo que fue un otoño muy destemplado, estaba en casa de los abuelos y enfermé de paperas, así que pasé una larga temporada disfrutando de los cuidados amorosos de la abuela. Veía a mis padres diariamente, pero al llegar la tarde, indefectiblemente, yo elegía quedarme. Como tenía que hacer un poco de reposo, casi no caminaba, apenas unos metros hasta la galería “secadero”, y allí sentada en una mecedora de mimbre y cubierta por una manta tejida al “crochet”, observaba el movimiento de la naturaleza, que jamás descansa, el trajinar de pájaros, hormigas y hasta el incesante caer de las hojas sobre el patio, me entretenían más que cualquier programa infantil de televisión.
La abuela ese día, desprendía en su andar un aire reservado. Había salido por la mañana con el abuelo de compras al pueblo. Yo miraba con asombro el jardín de invierno, tan repleto de canastos cubiertos con lienzo, despertaba esto mi mayor curiosidad. Podía distinguir la silueta de mi tío, el menor, mientras guardaba en bolsas de papel, tomates secos.
La hora de la siesta, la abuela la aprovecharía para terminar uno de sus tejidos, un cubrecama, para mí. Y es que había pasado un buen tiempo reciclando cintas y telas que cortaba y convertía en hebras de hilo, el resultado era hermoso y multicolor.
Pero ahora, estaba preparando la merienda. Yo sabía lo que me esperaba. Un enorme tazón de leche pura, y pancitos de miel.
Pero no, en cambio, trajo una fuente con “tortonas”, las había dejado mi madre el día anterior. Eran unos pancitos horneados “al rescoldo”, que desprendían un aroma indescriptible, mezcla de vainilla y nuez, muy dulce, y eran realmente sabrosísimos.
Colocó la fuente sobre la mesita, justo ahí, junto al tazón de leche y un manojo de flores de lavanda recién cortadas. Después dejó caer sobre mi falda un sobre, como esas bolsas de papel donde guardan el tomate…
Lo abrí y miré adentro, había un libro, era un cuento, y en la tapa el dibujo de una niña con ropas de bailarina española que en sus manos tenía ¡castañuelas! Eran de verdad, en realidad de juguete, pequeñas, justo para mis manitos.

Nunca supe de quien fue la idea, pero el dulce aroma a vainilla y nuez, me dio una pista…

3 comentarios:

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  2. la verdad que me gusto mucho este apunte tiene mucho sentimiento!! te quiero mamá

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  3. Cuanto tiempo sin que nos escribieras nada, me encanta tu manera de relatar las cosas, me transportan a través del tiempo, un instante lejano al que no he estado jamas pero que gracias a ti lo vivo como si estuviera en ese instante, disfruto mucho creo que voy a leerlos todos dee el principio. Un fuerte abrazo y felicidades.

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