recuerdos

Todo lo aquí expuesto, son los recuerdos vistos con ojos de la infancia. Las imágenes son solo ilustrativas, salvo las que lleven algún tipo de especificación. Deseo que este blog, sirva para evocar también vuestros recuerdos... si así fuera, dejen su comentario y compartámoslo. Gracias.

apuntes 10







En verano, me dedico a encontrar siempre nuevas actividades para hacer en la casa. El sol a ciertas horas, invita a "evitarlo" como sea. La siesta sigue siendo mi puerta al recuerdo, una entrada que me lleva al pasado, de la mano de aquellos días tan diferentes... vistos con los ojos de la infancia.
Sigo buscando en el viejo baúl, respuestas en los cuadernos de la abuela. Y encuentro una cada vez...
Cada cuaderno tiene su propio "alma", pues oculta algo entre sus páginas, a la espera de ser descubierto.
Así fue como una calurosa tarde, tomé uno de ellos, especial como todos, y hojeándolo, hallé un trébol de cuatro hojas, reseco, pero no marchito, envuelto en un delgado papel escrito de mi puño y letra.
Y fue como volar por los cielos perfumados de antaño para caer en el jardín, tan verde, plagado de hierbas de todas clases.
Fue un atardecer maravilloso, la abuela y yo nos dedicábamos a cortar hojas de aloe para disecar. Las plantas, estaban cultivadas en hileras, en los fondos de la casa. y aun lado, crecían tréboles a montones. Mientras ella se dedicaba a su tarea, yo rodaba por encima de esa olorosa alfombra verde, y buscaba siempre, uno, que tuviera cuatro hojas. ¡Decían que daba suerte!
Durante algunos años busqué afanosamente, bajo la mirada benigna y atenta de la abuela. Y entonces, aquel verano de 1972, lo encontré.¡ Allí estaba y no lo podía yo creer!
Lo miré largo rato, sorprendida y sin poder tocarlo, dudaba de que fuera cierto. Al fin, con mucho cuidado, lo corté. Conté: 1, 2, 3, 4... 1, 2, 3, 4... 1, 2, 3, 4... Y así seguí... hasta que la abuela me dijo: " ¿Pa qué cuentas tanto, hija? Que son cuatro ¡no van a desaparecer!" - Y me abrazó, saltamos felices por el hallazgo. Luego me dijo que pidiera tres deseos y lo guarde dentro de un libro.
Así lo hice.
Al rato y ya la galería donde estaba el secadero, la abuela colocaba las hojas, cortadas en finas tiras, sobre una plancha de metal, que luego cada día exponía al sol directo y por la noche cubría con un paño de algodón.


En casa de los abuelos, había un cuartito para mi sola, donde colgaban, de las gruesas vigas del techo, pequeñas bolsas repletas de flores de lavanda ¡todavía puedo sentir ese aroma! Quedaba impregnado en la ropa de cama, en las toallas... hasta en las cortinas de gasa. Esa noche, después de besar a mis abuelos, cuando me quedé sola, acurrucada en la cama entre almohadones bordados con hilos de vivos colores, tomé el trébol entre mis manos, y pensé en mis tres deseos, los escribí en un papel de moldes y lo envolví en ese mismo papelito. A la mañana siguiente, lo guardé entre las hojas de uno de los cuadernos de la abuela. Y me olvidé de él.
Así creo que somos cuando niños, cada parte de nuestra vida siente con tanta pasión cada momento, que es como un fuego, realmente, y el fuego, vuelve cenizas todo, ¡menos los recuerdos! Que ahora retornan a mí, con la furia de aquella tormenta, que causó devastación en la galería de la abuela...

Yo estaba guardando el cuaderno, cuando escuché el primer trueno, y luego otro, e inmediatamente el viento comenzó a llevarse todo.

1 comentario:

  1. Porque sera , que todo esto me parece haberlo vivido, los tiempos que ya no vuelven , la harmonia y la paz tan cuidada , las plantas las largas tertulias enderredor de la mesa , todo se fue y que lindo aberlo vivido. una palabra me viene a la mente ,,Adios-

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