recuerdos

Todo lo aquí expuesto, son los recuerdos vistos con ojos de la infancia. Las imágenes son solo ilustrativas, salvo las que lleven algún tipo de especificación. Deseo que este blog, sirva para evocar también vuestros recuerdos... si así fuera, dejen su comentario y compartámoslo. Gracias.

apuntes parte 3


Hoy libré de los polvos algunos de los cuadernos, los de la adolescencia de mi abuela, eran simples resmas de papel encolado... luego mi abuelo, los rescató y los encuadernó, por eso todos son diferentes en tamaño, color y formas. Aquí van algunos, perdonen, pero al tomar la fotografía, las lágrimas no me permitieron hurgar más allá de la superficie del viejo baúl, y apenas pude sacar de ese arcón que descansa a los pies de mi cama, tres cuadernos y una caja, la que mi abuela fabricó la navidad del 60 para regalar jabones y una toalla bordada con sus iniciales a mi abuelo, con una tarjeta, que ya les mostraré (me contaba mi abuela, que el abuelo, siempre dejaba sus huellas de tinta en todas partes, él escribía mucho, y se ensuciaba las manos, además de trabajar en una imprenta).
(Foto) Esa pequeña cajita, tiene dentro una fragancia casera de violetas, su composición es todavía un misterio para mí, pero cierra herméticamente, por lo que aún desprende un suave aroma.
El cuaderno abierto muestra en sus últimas páginas, retenido en el tiempo, un ramillete de lavanda, (con su historia) es lo que quedó, luego de más de 40 años perfumando el papel, ya no huele a lavanda, la planta que conocemos, sino que adquirió un nuevo aroma, ese que exhalan los años cuando salen de la prisión de los recuerdos. Seguro les gustaría ver el interior...


Y si contarles todo esto, ayuda a que ustedes también recuerden y se emocionen, mejor aún.
El mundo de los abuelos, siempre me pareció mágico, creo que estas épocas eso se fue perdiendo.
Por ejemplo, mi abuelo paterno era mágico, simplemente, porque no lo conocí, solo a través de mi padre, sé que se fugó de Portugal siendo un jovencito, y aquí se casó, trabajó y transmitió su cultura.
Mi abuelo materno, italiano, lo tuve hasta mis 23 años, yo ya estaba casada, pero el vínculo entre nosotros era mágico. Él escribía poesías, vivía encerrado un una habitación mágica (entiéndase que así lo veía en la infancia, y hoy en el recuerdo)
Y ahora recuerdo algo, en uno de los cuadernos de la abuela, ella escribió extensas actividades del día, era seguramente otoño (rara vez detallaba fechas) pero supongo que esa sería la estación de entonces, ya que hablaba de días lluviosos y la recolección de nueces, eso aquí lo hacemos en marzo y abril.

"No olvidar pasar a buscar las bolsas para guardar las nueces a lo de Ceferino. Que vaya Jorge.
Hoy le toca a Susanita y Dora cosechar, a Juan pelar las nueces.
Limpiar el "caforchi" para preparar los aceites."

El "caforchi", llamada así por mi abuelo, era esa habitación mágica e increíble. Era un lugar muy espacioso, estaba como escondido, simulado tras las puertas de un placard, tenía a ambos lados extensos ventanales, otra puerta que salía al huerto, y al fondo muchos estantes de madera pintada de blanco. Allí estaba la vieja radio, y sobre un mueble muy pesado, de enormes puertas cerradas con cadenas, una urna con los restos de mi bisabuela paterna. Solo entraban con permiso allí, mis abuelos... y yo. Nadie más. ¿Entienden por qué era mágico?
Durante las tardes lo ocupaba el abuelo, tenía un pequeño escritorio, sobre él su máquina de escribir y muchos tarros de tinta, y por supuesto montañas de papeles. En los estantes libros. Cuando estaba con él, dejaba de escribir y me hablaba, me aconsejaba que cumpla con mi sueño de ser escritora, o terminaría como él, publicando en diarios locales anónimamente...
Pero, volvamos al cuaderno de la abuela, porque ese día había escrito también:

"Cocino hoy, tallarines con mejillones."
Los mejillones los traía mi tío el mayor...
Ese día, la enorme mesa del comedor, se llenaba de fideos recién amasados. El tuco era rojo y fragante. Comíamos a las 12 hs. exactamente, éramos más de veinte entre parientes y algún vecinito. A las 14 hs. Cada uno a sus tareas, ya estaba todo limpio.
¡A limpiar el caforchi!

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